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sábado, 27 de junio de 2020

Historietas olvidadas: Sam, por Fabián

   

Perpetua víctima de la perplejidad

    
Félix Fabián Rodríguez Pozo, "Fabián", es un autor coruñés del que sólo conozco los datos tomados del Gran Catálogo de la Historieta de Tebeosfera y el Atlas español de la cultura popular: que es un historietista de humor de obra breve, que a finales de los años sesenta participó en la fundación del fanzine Cuto y de la revista Bang!, para los que aportó trabajos teóricos, y que fue el creador del título del fanzine (y luego revista) Bang!, para el que también diseñó un apunte de mascota, su personaje Sam, que dio lugar a una serie creada en 1968 para el fanzine que después se publicó, con el nuevo título D. Lázaro, en la revista Familia Española, y que posteriormente recuperaría su nombre en Gran Pulgarcito.
En los veintiocho primeros números de la recordada publicación de Bruguera, la tira de Fabián gozó de un espacio fijo en la página tercera, siendo sustituida desde el número siguiente por Roby, una historieta del mismo estilo obra de Alfonso Figueras.
Página de Bang! número 0.
Sam es un hombrecillo solitario y silencioso (en las tiras de Gran Pulgarcito, apenas en media docena ocasiones aparece otro personaje: un caco en una esquina, un niño haciendo castillos de arena en una playa, un jugador de ajedrez, una señorita en una escena de sofá y otra en un baile y un escultor misterioso). Su apariencia la configuran una insólita cabellera consistente en tres o cuatro enormes cabellos y una inmensa pajarita en su cuello. Su actitud suele estar definida por la perplejidad ante los cataclismos que su curiosidad o la más simple de sus acciones suele provocar. Su lucha con la nuez que se niega a dejarse abrir y que ocupa muchas de las tiras termina siempre con alguna catastrófica consecuencia.
Incorporo en la entrada una página dedicada a la serie en el número 0 de Bang! y los veintiocho episodios publicados en Gran Pulgarcito. Añado además una breve entrevista aparecida también en Bang!
   

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miércoles, 24 de junio de 2020

Dibujantes españoles poco recordados

   

Aventuras valencianas de Marculeta

      
Edmundo Marculeta es otro de los historietistas españoles que el tiempo ha arrinconado en el olvido. Recordado especialmente por su última etapa, en la que se volcó, como autor y editor, en el cómic erótico, sus inicios transcurrieron por senderos más tradicionales. Ligado a la editorial Valenciana en los años de auge del cuaderno de aventuras, ilustró la adaptación en historieta del serial de Fidel Prado El vengador del mundo y fue autor de series que lograron mantenerse con un aceptable nivel de ventas, como la saga espacial Barton (otro heredero de Flash Gordon) o la historieta de aventuras selváticas Julio y Ricardo, que desde su mismo título dejaba transparentar sin ningún disimulo la deuda de "inspiración"  con la serie de Lyman Young Jorge y Fernando (Tim Tyler's Luck en su versión original). El dibujo de Marculeta, aunque tosco y poco detallado, cumplía suficientemente con su objetivo de narrar historietas con tramas, argumentos y peripecias sin muchas pretensiones y resueltas de modo apresurado, que el autor salpicaba con reflejos de su ideología anarquista y contraria a la dictadura. Esa postura política acabó llevándole a abandonar el país con su hermano, el guionista Francisco Marculeta, y exilarse en Francia, donde su trabajo fue derivando hacia el género erótico olvidando poco a poco el mundo de la aventura.
La firma de esta viñeta parece datada en 1945.
Como muestra de sus primeros años de autor de historietas aventureras traigo a esta bitácora tres episodios de la serie El Vengador, un superhéroe a la española émulo indisimulado de Batman y Robin, acompañado, como es habitual en el género, por un adolescente, Terry, al que le faltó la gracia del Pedrín de Roberto Alcázar. Publicadas en Selecciones de Jaimito a finales de los años cincuenta, la firma de Marculeta en el primer episodio parece indicar que esas historietas se dibujaron una década antes. Completo la entrada con un caso de El inspector Flanagan de Scotland Yard, relato policiaco con un poco más de chicha y un dibujo algo menos descuidado.
Los escaneos de los que provienen estas páginas no tienen la calidad que uno desearía, y me he visto obligado a fotosopear sin piedad, lo que queda bastante a la vista, con algunas soluciones bastante chapuceras que espero se me perdonen, e igualmente espero que el resultado no sea excesivamente horrible.
   
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