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miércoles, 24 de marzo de 2021

Historietas olvidadas

    

Una humilde joyita menor de Gabi

    
Concluía la década de los años cuarenta cuando la Acción Católica española publicó una revista juvenil, Trampolín, en la que se incluyeron historietas de autores como Serafín, Mena, Iranzo y otros. La serie que hoy llega al blog es obra de Gabriel Arnao, uno de los muchos historietistas que merecerían un recuerdo que hoy por hoy apenas se les presta.
Don Ataúlfo Clorato y su sobrino Renato se publicó en la portada de la revista católica durante más de treinta números, y volvió a aparecer algunas veces más en páginas interiores completas de números posteriores de la colección. Por lo que yo sé, ninguna otra cabecera compartió esta historieta, por lo que es posible que no existan muchos más episodios que los que he conseguido reproducir en esta entrada.
El humor de Gabi apela generalmente a la fuerza de los diálogos, por lo que las viñetas están ocupadas por grandes bocadillos de texto. El dibujo es sencillo, y los gags son inocentes y bienintencionados, con toques surrealistas y con finales violentos o tan absurdos como el ver a Don Clorato engullido por un tiburón o a nuestros protagonistas convertidos en esqueletos abandonados en una isla desierta durante diecisiete años.
Pero mejor echémosle una ojeada a estas historietas y comprobémoslo.
  











lunes, 22 de marzo de 2021

El Corsario Sin Rostro #30

       

Duelo a bordo

      
Ya va siendo hora de reencontrar al valiente corsario de la capucha negra y sus amigos, siempre envueltos en luchas y contiendas sin fin de la mano del maestro Manuel Gago.
El cuaderno de aventuras era para mí y para mis amigos lectura favorita y tesoro inestimable. Sé que resulto pesado aludiendo siempre a los problemas financieros de mi adolescencia, pero tengo que volver sobre el tema y explicar una vez más que entonces no era sencillo disfrutar de un relato en entregas semanales o quincenales en el orden en que se publicaba, sino que debíamos confiar en que la suerte, a la hora de intercambiar nuestros tebeos, nos trajera a las manos uno de aquellos números que aún no habíamos conseguido leer. Creo que fue El Capitán Trueno una de las primeras colecciones que fui leyendo número a número, y después Piel de Lobo y otras series de Maga, que llegaron cuando mis estipendios crecieron lo suficiente. El Corsario Sin Rostro no fue una de ellas, y tuve que esperar más de treinta años para poder enterarme por fin de cómo se resolvían los misterios y problemas de nuestro enmascarado héroe marino. 
Aquí está el número 30, uno de los que en su día no encontré nunca.