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viernes, 27 de noviembre de 2020

Ciencia ficción a la española

       

Diego Valor (II)

   
Mi intención era subir al blog de tres en tres los cuadernos de Diego Valor, pero el trabajo de recuperación de este número ha sido agotador, y me ha parecido mejor limitar esta entrada al cuarto episodio, que, como los anteriores, careció de título (hasta el sexto número no se comenzó a titular cada cuaderno). 
En estas primeras aventuras de la colección, Buylla y Bayo procuraban esmerarse y entregar un dibujo respetable, aunque la atropellada velocidad con la que la trama se desarrollaba y la escasa pericia de Jarber como guionista gráfico hacían que la lectura no fuera lo placentera que el material permitía. Diego Valor, desde luego, era un relato sonoro, y fue en la radio donde consiguió sus mejores resultados.
Espero que los números siguientes, que parece que están menos estropeados, me sean más fáciles y me permitan ofrecer entradas más copiosas. De momento, habrá que conformarse con un solo número.
   














viernes, 20 de noviembre de 2020

Dibujantes españoles poco recordados

       

Luis Vigil

  
El dibujante Luis Álvarez Prieto, que firmaba como Luis Vigil [y a quien no debe confundirse con el editor, estudioso, dibujante y otras mil cosas más Luis Vigil García], era un artista sobrio y elegante que dibujó para tebeos y revistas del "Movimiento Nacional" en los años cuarenta y cincuenta, abandonando después la historieta, que sustituyó por la ilustración y la publicidad, lo que quizá contribuyó al olvido en el que ha caído entre los aficionados y la crítica. Su obra más recordada fue la colección Raj Cobra, tres cuadernos de aventuras selváticas en la tópica India del pulp.
Dedicamos hoy la entrada del blog a tratar de recuperar un poco la memoria de un artista que, a mi parecer, podría haber dado mucho más de sí en el campo de los tebeos.

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Aunque el hombre ha sido siempre un ser belicoso [y la historia apenas recuerda un momento en que no hubiera ninguna guerra en marcha], la primera mitad del siglo XX destaca como la época que vivió las más terribles contiendas que la humanidad recuerda. A finales de los años cuarenta, con la II Guerra Mundial aún muy presente y la Guerra de Corea a punto de iniciarse, en España no se habían olvidado aún los desastres y el terror de nuestra contienda civil. Las publicaciones para niños de aquellos años abundaban en historias guerreras en las que no se ahorraba violencia y destrucción. La revista Trampolín, publicada por la asociación laica de la Iglesia española Acción Católica, no era una excepción en esto. Sus páginas contenían historietas y relatos, y el lugar de honor de la portada lo ocupó en los dieciséis números iniciales la bélica narración en viñetas de Luis Vigil titulada Terror en Mongolia, que no es exactamente una historieta, pero que se acerca bastante, por su estructura y sus características, a lo que se acepta generalmente como cómic. La trama del relato mezclaba elementos fantásticos con imágenes bélicas en las que el dibujante dejaba buena muestra de su maestría tanto en el dominio de la anatomía humana como en el dibujo de maquinaria guerrera.
Terror en Mongolia trasladaba la acción a un momento indeterminado, quizá en el futuro, y a los lejanos confines de Asia, pero no es difícil encontrar viñetas que traen al recuerdo imágenes de nuestra guerra o de la contienda mundial.
    
















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Desde el número 17 de Trampolín, el privilegiado espacio de la portada fue ocupado por una novelita de tono desenfadado de Eduardo Valdés. La peripecia, de tema más o menos policiaco, se aprovechaba para hacer un indisimulado canto al Tren Articulado Ligero Garaicoechea-Oriol (Talgo), un avanzado ferrocarril obra del ingeniero Alejandro Garaicoechea Omar cuya inauguración se anunciaba por aquellas fechas, lo que justifica que en el título se hable de un suceso futuro, y así se presente en el primer capítulo: "Cuando el famoso tren superaerodinámico recorra las llanuras castellanas, sucederá que el joven periodista Javier de Uxó, llamado urgentemente por el director de la revista en que colabora con más asiduidad, habrá ocupado uno de los asientos del vagón de cola...".
Completamos esta entrada con las siete páginas de aquel relato, que Luis Vigil iluminó con hermosas ilustraciones en un estilo más comedido y menos románticamente heroico que el de Terror en Mongolia, pero igualmente eficaz y disfrutable.
    






martes, 17 de noviembre de 2020

El Santo 3

El Santo, por Leslie Charteris

     

Oro bajo el mar

 
Los cuatro primeros cuadernos de la colección de SEMIC dedicada a Simon Templar tenían las dimensiones de lo que entonces empezaba a conocerse como novelas gráficas (21 por 15 centímetros), aunque aquella definición solía aplicarse más bien a publicaciones con lomo cuadrado y no con grapas, como era el caso. A partir del número 5 el tamaño aumentó hasta los 26x17 centímetros, y la paginación se redujo de las 52 páginas a las 36, incluidas en ambos casos las cuatro de cubiertas. Los episodios incluidos en la colección no mantuvieron ningún orden, apareciendo incluso dos historias continuadas en números no consecutivos de la colección. Tampoco la integridad de las tiras se respetó, remontándolas y cambiando el tamaño para ajustarlas al formato de publicación. 
En ningún caso se acreditó otra autoría que la del escritor Leslie Charteris, de modo que sólo en los pocos casos en los que alguna firma de dibujante escapó a la tijera editorial puedo asegurar quién se encargaba del dibujo en cada caso. En estos primeros números que estamos siguiendo en el blog el dibujante podría ser Mike Roy, pero ya digo que yo no soy un experto en esto y es posible que me equivoque.
Pasemos pues al tercer número, en el que El Santo y su amigo Don Maddon se ven envueltos en la búsqueda de tesoros sumergidos del doctor Harris y su hija Eufemia, a quienes acompaña su poco recomentable socio Clegg.