Más aventuras de Milton el Corsario
El otro héroe de Eduardo Vañó
Tercer episodio (I)
A diferencia de lo que ocurría con Roberto Alcázar y Pedrín, que recorrían el mundo de cabo a rabo y que lo mismo se enfrentaban a una banda de gánsteres que a una tribu india en el lejano oeste, a la invasión de seres de otro planeta, a la locura de un ambicioso sabio desquiciado o al ataque de algún monstruo antediluviano, el otro héroe dibujado por Eduardo Vañó, Milton el Corsario, vivía sus aventuras en un marco espacial único: los mares antillanos; en una época histórica determinada: finales del siglo XVII, y con todos los tópicos habituales en los relatos de bucaneros y filibusteros. Y si los episodios del intrépido aventurero español limitaban su extensión a uno o dos cuadernos, salvo en la gloriosa época en que se enfrentó al Hombre Diabólico (el malvado Svimtus) y sus secuaces, las aventuras de Milton solían ocupar bastante más espacio, sobre todo al comienzo de la colección.
También al contrario que en Roberto Alcázar y Pedrín, en Milton el Corsario encontramos un elenco de personajes fijos, y en esta aventura aparecerán por primera vez algunos de los más importantes: el patilludo Frisky, el artillero Pata de Palo Frank, el obeso cocinero Sambo y el joven grumete Ralph, que sustituyó a Ronie, el mozo de fonda que ayudó a nuestro héroe en sus anteriores aventuras. En la infancia de este nuevo personaje se esconde un secreto que... mejor dejaremos que lo descubra el lector cuando llegue el momento.
Vañó fue el dibujante oficial de la colección, con asistencia de sus hijos en los últimos números que realizó, siendo sustituido más adelante por Francisco Serrano. En mi opinión, aunque sin alcanzar el encanto del dibujo de los más descabellados episodios de Roberto Alcázar, especialmente en sus estruendosas portadas, Vañó consiguió en esta colección algunos de los mejores momentos de su carrera.
Los argumentos y guiones corrieron a cargo de Federico Amorós y Vicente Tortajada, aunque, como solía ser corriente en la editorial Valenciana, no se acreditaban los guionistas, lo que no deja de ser algo lamentable. Estos tebeos presentan argumentos bien trabados, temas interesantes y una estructura dramática eficaz, fácil de seguir y atractiva, algo que se echó de menos cuando el "cómic adulto" que sustituyó en los quioscos a los modestos cuadernos grapados se mostró en tantos casos volcado en mostrar hermosos trabajos gráficos sustentados muchas veces por guiones más bien inanes.
Comienza hoy en el blog el tercer arco completo de Milton el Corsario, programado para cubrir doce números, pero que, "dado el interés de la presente aventura" (como se nos comunicaba en la viñeta inicial del número 19 de la colección), llegó hasta el número 28, con un total de dieciséis cuadernos con portada ilustrada, diez páginas de historieta y contraportada de información editorial. Si no surge nada que lo impida, en las tres entradas siguientes completaremos la historia.
La nueva aventura comienza con nuestro héroe embarcado como pasajero en el Natalia. Según la explicación de Milton, su navío, el Pat Flower, ha naufragado y se ha hundido, y nuestro héroe ha recibido del general Washington la misión de atrapar a un espía inglés. El Natalia es abordado por los piratas, y la acción se desencadena sin descanso.
Un vibrante relato que espero sea disfrutado por los amantes de la aventura marinera.
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