Ahora los cromos vienen de Italia
West. El Oeste
De los muchos álbumes que coleccioné en mis primeros años no me queda más que el recuerdo. Los diferentes avatares de la vida (y el ser el segundo de seis hermanos no fue un avatar menor) fueron dando cuenta de casi todos aquellos tesoros, como de tantos juguetes, libros y tebeos que todavía me hacen suspirar al recordarlos. Hasta que mis hijas no tuvieron la edad suficiente para disfrutar con ellos no se me volvió a ocurrir comprar cromos. Esto significa que mi colección actual está compuesta principalmente por álbumes modernos, salvo los aportados por mi señora al patrimonio familiar, entre los que destacan las versiones de famosas películas como Ben-Hur, El Cid o Pollyanna.
Desde que a finales de los años setenta recuperé el impulso recolector he ido consiguiendo algunas cosillas interesantes, que procuro compartir con otros aficionados en este blog. Hoy lo hago con uno de los álbumes que Panini publicó en los primeros años noventa, cuando ya todos los cromos eran autoadhesivos y el kolinón, el imedio, y no digamos el engrudo, habían pasado ya a la historia. Se trata de una colección de cromos y pegatinas de las que la editorial italiana prodigaba, que sigue prodigando, de hecho, en la que se da un interesante repaso a la historia del Lejano Oeste, con unos estupendos dibujos cuyo autor no se acredita.
El álbum venía acompañado por un fuerte de cartón para montar y una colección de figuritas de plástico de soldados de caballería y de indios, con los que mis nietos aún no han conseguido acabar y aún deben quedar bastantes en algún cajón, junto con el fuerte, que nunca monté y debe de estar aún intacto.
Sin más preámbulos, viajemos al Oeste americano.
Desde que a finales de los años setenta recuperé el impulso recolector he ido consiguiendo algunas cosillas interesantes, que procuro compartir con otros aficionados en este blog. Hoy lo hago con uno de los álbumes que Panini publicó en los primeros años noventa, cuando ya todos los cromos eran autoadhesivos y el kolinón, el imedio, y no digamos el engrudo, habían pasado ya a la historia. Se trata de una colección de cromos y pegatinas de las que la editorial italiana prodigaba, que sigue prodigando, de hecho, en la que se da un interesante repaso a la historia del Lejano Oeste, con unos estupendos dibujos cuyo autor no se acredita.
El álbum venía acompañado por un fuerte de cartón para montar y una colección de figuritas de plástico de soldados de caballería y de indios, con los que mis nietos aún no han conseguido acabar y aún deben quedar bastantes en algún cajón, junto con el fuerte, que nunca monté y debe de estar aún intacto.
Sin más preámbulos, viajemos al Oeste americano.
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