El destape en la historieta de humor
Denise, una pícara tira de indios de Gin
La fiebre del destape comenzó a extenderse por la sociedad española a finales de los años sesenta, después de décadas de contenidos deseos de libertad sexual, cuando llegaron las blusas transparentes, las minifaldas y el talante pícaro de aquellas niñas que empezaban a escapar de la disciplina de los colegios de monjas, el servicio social y el pavor a quedarse "para vestir santos". En la década siguiente nacieron los sex-shops, llegó el cine "ese" y el "equis", se llenaron las marquesinas de los cines y los teatros de imágenes de bellas luciendo sus encantos con mayor o menor sentido estético, y el españolito de a pie descubrió al fin que los placeres de la carne quizá fueran un pasaporte a las llamas del infierno en la otra vida, pero hacían mucho más agradable la estancia en ésta.
El mundo del tebeo no fue de los menos entusiastas en aquella revolución, y los quioscos se convirtieron en un muestrario de ofertas de sexo de papel, al principio con colecciones venidas de Italia y otros países "liberados", pero enseguida empezaran a aparecer productos nacionales no menos atrevidos.
Jordi Ginés, "Gin" (en realidad, seudónimo de Kerry F Saunders, "artista nacido en Worland, Wyoming, maestro de dibujantes como Walt Disney, Norman Rockwell o Ronald Searle", como muy bien se nos explica en la contraportada del librito que traemos hoy al blog), tampoco escapó a la fiebre libertina, y para la revista El Jueves creó a una linda indiecita de nombre galo, Denise, siempre en trance de mostrar sus méritos a las primeras de cambio y de intercambiar apasionadas caricias con los más insólitos compañeros. Es curioso el escenario escogido para las aventuras picarescas de Denise, un estereotipado oeste americano más cercano a El último mohicano que a las batallas con sioux y apaches, en el que podían encontrarse de cuando en cuando detalles poco habituales en aquel ambiente.
La serie de Gin hubiera sido un material muy adecuado para publicarse en forma de tiras diarias en un periódico de los de entonces, en caso de que entonces hubiera habido alguno dispuesto a ello, pero que yo sepa no salió de la revista en la que semanalmente nos mostraba sus aventuras. Posteriormente se recogió en un librito apaisado de sesenta y cuatro páginas, que es el que llega hoy al blog, para deleite de los buenos aficionados al arte de vanguardia o de delantera.
El problema cuando se reunen en un volumen tiras creadas para disfrutarse de una en una es que se trata de múltiples variaciones sobre el mismo tema, lo que acaba convirtiendo las páginas en una algo cansina repetición de "siempre lo mismo" una y otra vez. Por ello, mi consejo es que no se intente leer las sesenta páginas de un golpe como si fuera una apasionante novela; es mejor ir dejando que salte la atención de una a otra tira como si se tratara de pequeños poemas que deben paladearse uno a uno, con lo que el disfrute está asegurado. El arte de Gin está fuera de discusión, y el humor, aunque con su toque picantillo, es amable y tranquilo
El mundo del tebeo no fue de los menos entusiastas en aquella revolución, y los quioscos se convirtieron en un muestrario de ofertas de sexo de papel, al principio con colecciones venidas de Italia y otros países "liberados", pero enseguida empezaran a aparecer productos nacionales no menos atrevidos.
Jordi Ginés, "Gin" (en realidad, seudónimo de Kerry F Saunders, "artista nacido en Worland, Wyoming, maestro de dibujantes como Walt Disney, Norman Rockwell o Ronald Searle", como muy bien se nos explica en la contraportada del librito que traemos hoy al blog), tampoco escapó a la fiebre libertina, y para la revista El Jueves creó a una linda indiecita de nombre galo, Denise, siempre en trance de mostrar sus méritos a las primeras de cambio y de intercambiar apasionadas caricias con los más insólitos compañeros. Es curioso el escenario escogido para las aventuras picarescas de Denise, un estereotipado oeste americano más cercano a El último mohicano que a las batallas con sioux y apaches, en el que podían encontrarse de cuando en cuando detalles poco habituales en aquel ambiente.
La serie de Gin hubiera sido un material muy adecuado para publicarse en forma de tiras diarias en un periódico de los de entonces, en caso de que entonces hubiera habido alguno dispuesto a ello, pero que yo sepa no salió de la revista en la que semanalmente nos mostraba sus aventuras. Posteriormente se recogió en un librito apaisado de sesenta y cuatro páginas, que es el que llega hoy al blog, para deleite de los buenos aficionados al arte de vanguardia o de delantera.
El problema cuando se reunen en un volumen tiras creadas para disfrutarse de una en una es que se trata de múltiples variaciones sobre el mismo tema, lo que acaba convirtiendo las páginas en una algo cansina repetición de "siempre lo mismo" una y otra vez. Por ello, mi consejo es que no se intente leer las sesenta páginas de un golpe como si fuera una apasionante novela; es mejor ir dejando que salte la atención de una a otra tira como si se tratara de pequeños poemas que deben paladearse uno a uno, con lo que el disfrute está asegurado. El arte de Gin está fuera de discusión, y el humor, aunque con su toque picantillo, es amable y tranquilo
Otro buenísimo aporte, ¡ muchas gracias !
ResponderEliminarDenise es tan divertida como Little Annie Fanny. Si tienes más...
Me temo que no, aquí se recopiló toda la serie, o al menos eso creo.
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