¿Un western de Breccia?
El cazador implacable
Gran Oeste número 36, Ferma
En las colecciones de novelas gráficas de Ferma y otras editoriales era muy común acreditar al autor literario, es decir, al argumentista o guionista, generalmente con un sonoro nombre anglosajón tras el que solía esconderse uno u otro de los prolíficos escritores que durante tantas décadas llenaron los quioscos españoles de páginas y páginas de novelitas y tebeos. Más difícil era que figurara la firma del dibujante de aquellas historietas.
Hoy traigo al blog una de aquellas novelas gráficas del Oeste, a cuyo dibujante no he sido capaz de identificar con seguridad, aunque la fisonomía de algunos de los personajes y el estilo en general me recuerdan a Alberto Breccia, si bien pudiera tratarse simplemente de "homenajes" de los que tantos se producían en aquellos tiempos (y en éstos). Como digo siempre, y no se trata de falsa humildad, mi opinión sobre los dibujantes no es muy de fiar, sólo sé que algunos me gustan más que otros, y que me da una soberana envidia la capacidad de cualquiera de ellos para crear sus imágenes sobre una superficie en blanco. En el caso del autor de este tebeo, he apreciado mucho escenas bien resueltas, como la de la muerte de Ross Armstrong, en las páginas 30 a 32, y me han gustado viñetas con tanta fuerza como la plancha inicial o la que ocupa la página 45.
El relato lo encuentro bien trabado, ameno y concluido con eficacia. Si tuviera que ponerle un pero, podría apuntar el exceso de textos redundantes e innecesarios, algo muy común en los tebeos de la época, y que tenía quizá un beneficioso efecto sobre la educación lectora de los chavales: eso se opinaba entonces, quizá con motivo, pero es evidente que el buen lector de historietas no precisa que los textos le expliquen lo que ya está implícito en el dibujo. El autor, según figura en la portada, es un tal Jim Kelly, que casi con seguridad lucía en su DNI nombre y apellidos menos exóticos.
La ilustración de portada de este tebeo es de Antonio Ayné, un artista clásico, especializado en series humorísticas de animales antropomorfos, del que recuerdo con cariño especialmente al Conejito Atómico.
La colección de Exclusivas Ferma Gran Oeste (que cambió su nombre durante algún tiempo y pasó a llamarse Montana Oeste, volviendo finalmente al título primitivo) incluía en cada número un relato literario además de la historieta. En este ejemplar la novela de texto llevó por título De poder a poder, y la firmaba Don Carter, casi con seguridad otro seudónimo. La novelita ocupaba las retiraciones de la portada y la contraportada y las dos últimas páginas del interior. He mantenido estas páginas en la entrada, aunque la encuadernación del ejemplar hace imposible abrir las páginas finales en condiciones y se pierde la parte del texto más cercana al lomo. Es un problema que se repite mucho en los libritos encuadernados a la americana, aunque en este caso la paginación estuviera cosida con grapa y no simplemente encolada.
Sea como sea, el resultado es una interesante mirada a un ejemplo típico del que puede considerarse uno de los géneros clásicos de la narración de aventuras: el western, publicado cuando esta clase de tebeos daban sus últimos coletazos antes de ser sustituidos por los álbumes que llegaban de Europa resucitando un género casi acabado. Pero ésa ya es otra historia.
Hoy traigo al blog una de aquellas novelas gráficas del Oeste, a cuyo dibujante no he sido capaz de identificar con seguridad, aunque la fisonomía de algunos de los personajes y el estilo en general me recuerdan a Alberto Breccia, si bien pudiera tratarse simplemente de "homenajes" de los que tantos se producían en aquellos tiempos (y en éstos). Como digo siempre, y no se trata de falsa humildad, mi opinión sobre los dibujantes no es muy de fiar, sólo sé que algunos me gustan más que otros, y que me da una soberana envidia la capacidad de cualquiera de ellos para crear sus imágenes sobre una superficie en blanco. En el caso del autor de este tebeo, he apreciado mucho escenas bien resueltas, como la de la muerte de Ross Armstrong, en las páginas 30 a 32, y me han gustado viñetas con tanta fuerza como la plancha inicial o la que ocupa la página 45.
El relato lo encuentro bien trabado, ameno y concluido con eficacia. Si tuviera que ponerle un pero, podría apuntar el exceso de textos redundantes e innecesarios, algo muy común en los tebeos de la época, y que tenía quizá un beneficioso efecto sobre la educación lectora de los chavales: eso se opinaba entonces, quizá con motivo, pero es evidente que el buen lector de historietas no precisa que los textos le expliquen lo que ya está implícito en el dibujo. El autor, según figura en la portada, es un tal Jim Kelly, que casi con seguridad lucía en su DNI nombre y apellidos menos exóticos.
La ilustración de portada de este tebeo es de Antonio Ayné, un artista clásico, especializado en series humorísticas de animales antropomorfos, del que recuerdo con cariño especialmente al Conejito Atómico.
La colección de Exclusivas Ferma Gran Oeste (que cambió su nombre durante algún tiempo y pasó a llamarse Montana Oeste, volviendo finalmente al título primitivo) incluía en cada número un relato literario además de la historieta. En este ejemplar la novela de texto llevó por título De poder a poder, y la firmaba Don Carter, casi con seguridad otro seudónimo. La novelita ocupaba las retiraciones de la portada y la contraportada y las dos últimas páginas del interior. He mantenido estas páginas en la entrada, aunque la encuadernación del ejemplar hace imposible abrir las páginas finales en condiciones y se pierde la parte del texto más cercana al lomo. Es un problema que se repite mucho en los libritos encuadernados a la americana, aunque en este caso la paginación estuviera cosida con grapa y no simplemente encolada.
Sea como sea, el resultado es una interesante mirada a un ejemplo típico del que puede considerarse uno de los géneros clásicos de la narración de aventuras: el western, publicado cuando esta clase de tebeos daban sus últimos coletazos antes de ser sustituidos por los álbumes que llegaban de Europa resucitando un género casi acabado. Pero ésa ya es otra historia.
Hola,
ResponderEliminar¡ enhorabuena por el blog !
Don Carter era Enrique Martínez Fariñas, gran autor de bolsilibros, más conocido como Lucky Marty o Elliot Dooley.
Si tienes otros relatos literarios de esta colección, no dudes en publicarlos. ¡ Gracias !
http://han-vuelto-a-matar.blogspot.com/
Gracias, Stéph, por tu atención y sobre todo por la identificación del tal Don Martin. Intentaré buscar material de este tipo, que a mí es de los que más me gustan. Y por cierto, ¡qué interesante tu blog! No lo conocía
EliminarGracias a ti.
ResponderEliminarEnrique Martínez Fariñas también escribió muchas novelas "subidas de tono" con seudónimos como Henry d'Oray (Ingenua y sexy), Irving Smutty (Años verdes, frutos maduros) o Enrico Farinacci (La hembra insatisfecha). Además, publicó en Temas de evasión, con el seudónimo de Henry Pharin, «un insólito viaje por los lugares más escabrosos del mundo», bajo el título Barrios prohibidos. Todo el sabor de una era ya pasada (desgraciadamente)...
Si sabes como funciona (nunca me las arreglé para descargar...), hay bastante material por aquí :
http://lamansion-crg.net/forum/index.php?showtopic=55793&hl=gran+oeste
¡ Saludos desde Suiza !