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domingo, 30 de septiembre de 2018

Cuando el destape llegó a Bruguera

   

Can Can

Cuarta época, la más breve, la más sugerente
   
Los últimos años de la década de los setenta convirtieron los quioscos españoles en sucedáneos de la carnicería, con gran exhibición de chuletas, pechugas y solomillos. La editorial Bruguera se apuntó al tema resucitando una revista nacida dos décadas antes con la intención de cubrir el mercado más adulto junto a El DDT contra las penas, y seguramente con la finalidad principal de competir con el Tío Vivo que lanzaron los dibujantes que habían "desertado" de la editorial. Can Can había pasado por dos etapas y varios cambios previamente, y esta fase final no consiguió elevar el vuelo, siendo clausurada tras publicar un solo número. 
Como curiosidad en la producción brugueriana, traigo hoy al blog aquel número único de la chispeante revista, en la que pusieron su firma los mejores espadas de la ganadería (en el caso de Alfonso Figueras, la firma la puso solamente en la única página no sicalíptica de la revista, una historieta de la serie de espanto cómico Cine horror, dejando anónima otra página en la que incluyó varias historietas que sí compartían el tono picante). Humoristas extranjeros de agencia se unieron al cartel, que completaban varias narraciones y que cerraba una fotonovela erótica en colores.
Creo que es ilustrativo echar una mirada a uno de los muchos proyectos de revistas de historietas que en los años de la transición aprovecharon la "apertura" para intentar alegrar la vista del lector... masculino, por supuesto, con más cuidado gráfico y calidad que la mayoría. La abultada paginación me hizo pensar que quizá fuera conveniente dividirla en dos entradas, pero pensando que hoy es domingo y hay tiempo para el regocijo, me he esforzado un poco y ha entrado toda de una vez.
    






































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