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jueves, 22 de octubre de 2020

Milton el Corsario 1

El segundo héroe de Eduardo Vañó

       

Milton el Corsario

Su primera aventura

      
A mediados de la década de los años cincuenta, la editorial Valenciana, con sus dos grandes éxitos aventureros, El Guerrero del Antifaz y Roberto Alcázar, a los que se unirían después otras colecciones, como El Pequeño Luchador, Purk, el hombre de piedra, El Espadachín Enmascarado y otras muchas, y las revistas Jaimito, Pumby y Mariló, ocupaba la mayor parte del espacio de los escaparates del quiosco que los chavales adorábamos impotentes hasta conseguir unas rubias con las que hacernos con alguna de aquellas maravillas. 
En 1956, Valenciana lanzó una nueva colección dibujada, como Roberto Alcázar, por Eduardo Vañó, sobre guiones de Federico Amorós (y más adelante de otros autores, como Vicente Tortajada). Se trataba de un serial de aventuras marineras protagonizado por otro de los héroes trágicos habituales entonces, que se convertía en luchador contra la piratería cuando su amada moría asesinada durante el abordaje del navío en el que viajaban, si bien el carácter trágico se olvidaba pronto y Milton y sus compañeros afrontaban sus sucesivas aventuras con un espíritu gentil y bienhumorado... Bueno, no hace falta que siga destripando los argumentos, en esta entrada puede leerse la primera parte del episodio inicial de la trama, que ocupó los seis primeros números de la colección, y su lectura nos dirá más sobre el tema que cuanto yo pueda comentar. Si no surgen imprevistos, mañana completaremos esta emocionante aventura en la siguiente entrada.
El dibujo de Eduardo Vañó, poco apreciado generalmente, a mí siempre me pareció mucho mejor de lo que los que entienden opinan, una vez que pasaron los primeros números de Roberto Alcázar, en los que el dibujo era francamente flojo, pero mi limitado gusto artístico no me hace el más adecuado para emitir juicios de este tipo. Lo que sí puedo afirmar es que como narrador en imágenes Vañó no tenía nada que envidiar a ninguno de los creadores nacionales: sus tebeos se leen de un tirón, cada imagen lleva a la siguiente y obliga a seguir la lectura sin preocuparse demasiado de los detalles del dibujo, y nunca se pierde de vista la acción ni las embarulladas escenas de peleas y garrotazos dejan la menor duda de quién da y quién recibe, los puñetazos vuelan y llegan a su destino con precisión, y el lector, este lector que os habla al menos, disfruta como un enano.
Para preparar esta entrada he vuelto a leer unos tebeos que hacía más de cincuenta años que tenía olvidados, y confieso que los he disfrutado de nuevo. Los diálogos, tan engolados como entonces era preciso, tienen chispa, los malvados lo son sin remisión, como es debido, salvo en los casos, que también los hay, naturalmente, en que reciben la gracia del arrepentimiento y vuelven a la vida honrada o se sacrifican para salvar a sus compañeros de peligros. 
Milton el Corsario es una colección de tebeos de aventuras entre los piratas, y como no podía ser de otra manera tiene muchos puntos en común con la más gloriosa serie española de corsarios y filibusteros, El Cachorro, de Iranzo, lo que no supone ningún desdoro para los autores ni para la obra.
La edición de los tebeos de Valenciana era de las menos descuidadas de aquellos años. La rotulación, graciosa y clara, y la impresión, bastante limpia, aunque el plegado en cruz de la paginación interior de los cuadernos provocaba un pliegue en el lomo y otro en cabeza y obligaba a graparlos frontalmente, con lo que al abrirlos para leerlos se producían unas dobleces horribles en la portada, además de obligar a cortar los pliegos por la cabeza, cosa que muchos descuidados lectores hacíamos con los dedos, dejando el tebeo hecho unos zorros. Esta es la razón por la que encontrar ejemplares de Valenciana en buenas condiciones hoy día no sea tarea nada fácil.
Si otra cosa se puede criticar de aquellas ediciones es la proliferación de errores y erratas en los textos. En el primer número he encontrado varios, que pueden admirarse en las viñetas que acompañan este texto.
Minucias aparte, una emotiva y recordada colección que podemos comenzar a leer a continuación.
    












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Continuará...

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