Herederos de El Zorro
El Coyote en viñetas
Ya he dicho otras veces que la serie de José Mallorquí publicada por Ediciones Clíper es mucho más que otra secuela de las aventuras del enmascarado californio de Johnston McCulley. En el centenar largo de novelas en las que se desarrolla la saga mallorquiniana abundan las tramas escritas con inteligencia y capacidad fabuladora, documentadas cuidadosamente (téngase en cuenta que se trata simplemente de un pulp a la española) y que se disfrutan cada vez que se leen.
Evidentemente, el momento en que nació la colección imponía a los novelistas, especialmente a quienes, como Mallorquí, durante la contienda civil no hubieran participado en el bando "nacional", la exaltación patriotera y el fervor beatífico, y la abundancia de momentos de violencia extrema y la actuación más de venganza que de justicia del héroe enmascarado pueden resultar, en este tiempo de hipócrita corrección política, elementos de difícil digestión para espíritus incapaces de situarse en el contexto adecuado, pero creo que quienes vivimos aquellos años y los que siguieron deberíamos tener bien claro que el hecho de que la violencia aparezca más o menos justificada en una ficción no es mucho más peligroso para la formación de los jóvenes lectores que el asistir a enfebrecidas conquistas perejileras y que la justificación de guerras preventivas del inexistente armamento de destrucción masiva es mucho más deformante para el espíritu joven que contemplar la ejecución de un cuatrero colgado de un árbol o la muerte de un pistolero en un justiciero duelo... novelesco, de película o de tebeo.
Las aventuras del enmascarado del rancho de San Antonio, además de su vertiente literaria, tuvieron una vida sonora en su emisión radiofónica, otra teatral, con varias adaptaciones escénicas, y otra cinematográfica, con dos coproducciones hispano-mexicanas que dirigió Joaquín Romero Marchent (sustituyendo al director mexicano Fernando Soler, inicial encargado de la tarea, que abandonó por razones no bien explicadas) y protagonizadas por Abel Salazar y Gloria Marín, que aunque no son realmente demasiado afortunadas, se aplaudieron en las salas de sesión continua y programa doble en los años cincuenta.
Hubo otra versión fílmica de 1998, dirigida por Mario Camus y con un sólido José Coronado y una hermosa aunque floja actriz Mar Flores como intérpretes principales, que no dejó de gustar a los aficionados, aunque no convenció demasiado a los viejos seguidores del personaje (al menos a quien firma estos comentarios). El Coyote tuvo también una versión gráfica, que es la que nos importa en este momento en el blog.
En las novelas de la colección las ilustraciones corrieron a cargo de Francisco Batet (salvo el primer número, que llevó imagen de portada de Batlle y dibujos interiores de Alejo Coll). La aportación de Batet al éxito de la colección me parece indiscutible. La fuerza de su dibujo era un elemento fundamental en el atractivo de la lectura de cada novela. En la reedición de los años sesenta en formato de bolsillo las imágenes de portada fueron obra de Jano, magnífico ilustrador especializado en la realización de carteles cinematográficos y portadas literarias, que realizó una estupenda colección de imágenes que revalorizaban una colección que careció de ilustraciones interiores.
Batet fue el encargado de llevar a la historieta por primera vez al héroe de Mallorquí, con guiones del propio escritor, en una larga colección de revistas con el nombre del personaje como título que tuvo un relativo éxito, aunque no logró igualar el de las novelas.
En los años ochenta, Ediciones Forum lanzó una colección de cuadernos en el formato comic book en los que recuperó algunos argumentos de las primeras novelas de la colección, editando simultáneamente una versión en álbumes del tipo franco-belga. Los guiones los firmaba J. García, y el dibujo corría a cargo de Julio Bosch y José María Bellalta. La colección no estaba mal, pero el tiempo para aquel material ya había pasado. Aun así, la serie se mantuvo durante veinticuatro números y ocho libros, lo que no estaba nada mal, aunque no respondía a lo esperado.
Traigo hoy al blog el primer libro, en el que se adapta la novela inicial de la saga, publicada en la colección Novelas del Oeste de Clíper, que se reeditó después como número extraordinario de la colección oficial del personaje. El álbum se completa con la segunda aventura del Coyote, en la que César de Echagüe se ve obligado a volver a enfundarse el traje mexicano y cubrirse con el antifaz como respuesta a los abusos gringos contra los californianos.
El tebeo se lee con agrado. Se trata de una historia bien contada aunque realmente los argumentos ya están muy machacados. Aun así, para quien no conociera este material puede servir como introducción a la lectura de las novelas, y tampoco estará de más para despertar la memoria de quienes vivieran aquellas felices lecturas hace tanto tiempo que ya las tengan olvidadas.
Al ser más joven que vosotros, yo no viví el éxito de las novelas originales del gran José Mallorquí. Sin embargo, años más tarde conocí el personaje y quedé prendado de él, hasta el punto de coleccionar (y completar) las citadas novelas y otras obras de Mallorquí. E igualmente quise poseer algunos tebeos dedicados al Coyote, incluidos los de Forum, por supuesto. Tanto las novelas como los cómics son muy entretenidos y gozan de buenas dosis de calidad en sus respectivas materias. Se me antoja que el Coyote es una de esas recuperaciones altamente necesarias de nuestra cultura popular del siglo XX. Un abrazo.
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