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jueves, 19 de marzo de 2020

Cómic americano en la prensa española

   

Dr. Kildare, de Ken Bald

   
Las series médicas han sido (y todavía siguen siéndolo) un género televisivo con gran aceptación: Marcus Welby, Ben Casey, Dr. Gannon... fueron muchas las ficciones de este género que pasaron por la pequeña pantalla antes de la llegada de Urgencias, Anatomía de Grey o House, y Dr. Kildare fue una de las primeras y de las de mayor éxito. La trama giraba alrededor de la relación entre un joven doctor, James Kildare (Richard Chamberlain), y el cirujano jefe del hospital, el doctor Gillespie (Raymond Massey). El personaje protagonista, un novel médico interno, había nacido en 1963 en un episodio de otra serie de aquellos años, La hora once.
Richard Chamberlain llevaba ya algunos años participando en ficciones televisivas, desde que apareció en uno de los episodios de La hora de Alfred Hitchcock. Otros papeles con los que triunfó en televisión fueron los que protagonizó en Shogun y El pájaro espino, y su carrera en la gran pantalla tampoco estuvo falta de sonados éxitos, mientras que Massey, una figura consagrada y una presencia habitual en los grandes filmes de Hollywood, había tenido que incorporarse al medio televisivo al ir perdiendo caché para las grandes producciones.
En los años sesenta, Dr. Kildare, como otras series televisivas, consiguió una versión en cómic, en la tira dibujada por Ken Bald, un eficaz artista de estilo realista, que realizó un meritorio trabajo, respetando en lo posible el parecido del protagonista con el actor, sin que ello significara, como suele suceder en muchas ocasiones, que la tira perdiera carácter propio.
El rotativo madrileño Nuevo Diario publicó en los últimos años de la década prodigiosa esta serie, respetando la cadencia diaria para la que estaba creada, algo que se pierde con las recopilaciones. He conseguido un paquete de aquellas tiras que incluye la última semana del episodio que llevó por título "El ídolo caído" y algo más de un mes y medio del siguiente, "¿Un caso de amnesia?". No he conseguido completar ninguna historia, pero creo que merece la pena rescatar este fragmento. Las tiras las tengo recogidas pegadas en folios en blanco, como puede verse en la imagen que inserto a la derecha, y me ha parecido mejor remontarlas de tres en tres, de manera que cada dos páginas conformen una semana, con el hueco del domingo entre página y página. He hecho un pesado trabajo para eliminar suciedades y transparencias. Quizá me he pasado y las he dejado excesivamente lavadas.
Como suele suceder en este tipo de series, la trama roza el melodrama y la intriga es muy fácil de descubrir, siendo el arte de Bald lo más destacable.
 














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