La aventura en los tebeos de risa
Autores serios en una revista de humor
Super Mortadelo
En mis años de vicioso lector de historietas distinguía radicalmente los tebeos "de verdad" (de indios, de piratas, de policías y ladrones, de espadachines, caballeros o tribus prehistóricas) de los "de chicas" o los "de risa". No significa esto que sólo leyera tebeos de acción, al contrario, me entusiasmaban las revistas humorísticas, incluso las femeninas, me volvían loco Yumbo, Jaimito, Florita, Dumbo, Pulgarcito, La Risa, Mariló, el TBO... y un poco a escondidas no dejaba de leer los "de hadas" de mis hermanas cuando no tenía otra cosa a mano, pero como coleccionista mis afanes se dirigían normalmente a los cuadernos de aventuras.
Me desesperaba no conseguir completar las colecciones históricas, las que llevaban ya mucho tiempo publicándose cuando yo empecé a leer tebeos: El Guerrero, Roberto Alcázar, Purk, El Espadachín, El Cachorro, El Puma, Las aventuras del "Febeí", Jeque Blanco, Hazañas Bélicas... Más adelante fui asistiendo al nacimiento de nuevas series que enriquecieron el panorama, desde Diego Valor a Mendoza Colt, Pantera Negra y Milton el Corsario o a las joyas de Bruguera y de Maga, que ya formaron parte de mi biografía como comprador. Las series americanas de Dólar (Flash Gordon y El Hombre Enmascarado, Jorge y Fernando...) y los tebeos verticales de Novaro (Supermán, Batman y Robín, Tomajauk, Red Ryder, Gene Autry, Hopalong Cassidy...) eran otra cosa, casi siempre admirados con envidia y leídos cuando los amigos y compañeros más pudientes se mostraban generosos y me permitían disfrutarlos.
Este exordio, quizá inoportuno, viene a cuento porque esta entrada está dedicada a historietas "serias" publicadas en una revista eminentemente humorística, ya desde su título, Super Mortadelo, en el que destaca el nombre de uno de los más famosos personajes cómicos del tebeo español.
Super Mortadelo fue una cabecera nacida en 1972 con la que la editorial Bruguera dio comienzo a la política de explotación de éxitos de quiosco con el lanzamiento de nuevas publicaciones de similares características y contenidos casi idénticos que llegó a inundar el quiosco de cabeceras a veces indistinguibles. La revista madre, simplemente Mortadelo, había sido la heredera lógica del Gran Pulgarcito, la más conseguida cabecera de Bruguera, en mi opinión, que había desarrollado y mejorado la línea creada en los años sesenta por Bravo: una revista vertical que mezclaba contenidos humorísticos con historietas de acción, traduciendo series del importante mercado franco-belga. Gran Pulgarcito alcanzó un nivel de calidad inmejorable, hasta que el intento de trasladar al papel el exitazo de los programas televisivos de fauna y ecología de Félix Rodríguez de la Fuente en TVE acabó por ahogar una revista que hubiera merecido un final más brillante. Mortadelo mantuvo lo mejor de GP, con su mezcla de historietas de humor y series de aventura, logrando permanecer en el mercado durante mucho tiempo con unas ventas estimables, que Bruguera decidió multiplicar con la creación de un "suplemento" mensual que contendría el habitual conjunto de episodios de los personajes de la casa, pasatiempos, chistes gráficos, reportajes y amenidades, incluyendo en cada número una aventura completa de ocho páginas encargada a eficaces autores, además de un episodio de la historieta seriada Supernova, de Víctor Mora y José Bielsa.
Para esta entrada he escaneado las aventuras publicadas en los cinco primeros números de la revista. La primera es El botín sumergido, un relato de Manuel Yáñez que Manuel Cuyàs dibujó con solvencia; le sigue una historia con protagonista juvenil y trama de misterio, El pintor loco, obra escrita y dibujada por Julio Vivas; el tercer episodio, No hay enemigo pequeño, otra narración de M. Yáñez, le da ocasión a Antonio Carrillo para demostrar de nuevo su predilección por las aventuras de los mares del sur, y aunque no aparecen personajes femeninos en la acción, el dibujante se permite dibujar algunas de sus hermosas mujeres; a continuación tomó el relevo Juan Escandell, dibujante muy presente en aquellos años en las revistas de Bruguera, que realizó un ajustado trabajo sobre un guión de un para mí desconocido G. Fabregath, y en quinto lugar es Adolfo Usero el encargado de poner en imágenes un relato que firma la prolífica guionista, traductora, directora de publicaciones y eficaz mujer del tebeo de Bruguera Monserrat Vives. En los números siguientes repitieron como dibujantes Escandell y Carrillo y se unieron a ellos Adolfo Buylla, F. Herranz, Martí Sauri, C. Rubio, Flores, Tomás Porto, Spadari y otros, con guiones, además de los ya citados, de Andreu Martín y Eugenio Sotillos principalmente. En varios números, la sección aventurera se cubrió con episodios de series franco-belgas, como la del piloto de carreras Michel Vaillant o la de Duchâteau y Tibet Chic Bill.
Sin más, aquí comienza la aventura.
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