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sábado, 6 de enero de 2018

Tebeos sonoros


Los discos de Diego Valor

   
Recupero hoy una entrada de mi antiguo blog que preparé en su día con mucho cariño porque las hazañas sonoras de Diego Valor atravesaron el receptor radiofónico y se incrustaron en la memoria de una generación de españolitos para quienes el comandante Valor, el capitán Portolés y los bufonescos Hank y Laffite (o Lafitte, de las dos maneras apareció en los tebeos), la profesora Fontana (cuántas Beatrices deben su nombre a la heroína), la princesa Kira, el Gran Mekong, el Príncipe Senrok, la malvada Frieya, las naves RT, las sillas volantes, la perforadora del espacio (que Geyper consiguió que a todos nos trajeran los Reyes Magos, lo mismo que el walkie talkie), el chocolate Svylka (que Matías López puso tambien al alcance de los pequeños oyentes), los planetas artificiales... el mundo que Jarber nos presentaba en aquellos escasos minutos cinco tardes a la semana después de los Dos Hombres Buenos de Mallorquí y antes del serial de Sautier Casaseca, todo aquello, digo, para mi generación es parte central de la memoria, no siempre frívola.
Hay trabajos mucho más serios e importantes sobre el personaje y la serie, esta entrada sólo pretende refrescar la memoria de quienes rondamos ya, o los hemos pasado, los setenta, y quizá apelar a la curiosidad de quienes no vivieron aquellos tiempos. 
El resumen radiofónico tenía su correlato
en la viñeta incial de los tebeos.
Soy consciente de que la serie no era la maravilla que nosotros sentíamos, que ni siquiera era original y que estaba llena de lugares comunes, soflamas patrioteras y un toque de ingenuidad que quizá sea lo que más respeto merezca, pero no puede dudarse de que técnicamente la producción radiofónica estuvo cuidada al máximo; que si los guiones de los tebeos eran el mejor ejemplo de cómo no se debe escribir para el cómic, en la radio funcionaron perfectamente, sin más voz en off que la presentación y resumen (que todavía resuena en mis oídos: "La guerra en Venus continúa. Diego Valor y sus amigos..."); que el fondo musical, con el Himno de Diego Valor ("Adelante, soldados de la Tierra...") y la suite de Los planetas de Gustav Holst, conseguía crear el ambiente necesario, que los trucajes sonoros completaban a la perfección. 
Escuchar los discos de los que trato aquí da una imagen muy pobre de lo que fue la emisión "real" del serial. Ni las voces de algunos de los protagonistas eran las mismas ni las tramas, simples y rutinarias, daban para mucho, pero para el chaval de la época poder tenerlos en la mano era un sueño.
Como de costumbre, recojo la entrada antigua lo más exactamente que me es posible. Los efectos que intenté allí, y que han dejado de funcionar, los elimino, y me limito a colocar las imágenes en el lugar correspondiente. Espero que guste.


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Portada de un tebeo de la colección.
En la historia del tebeo español hay un lugar especial para Diego Valor. Desde que a finales de 1953 comenzó la emisión del serial de Radio Madrid, la audiencia infantil fue aumentando gradualmente hasta convertir al "piloto del futuro" en el héroe por excelencia de la radio de nuestro país, y cuando llegó el momento adecuado, los cuadernillos tuvieron un éxito que no basta a justificar ni el interés de la historia, más bien escaso, ni la calidad del dibujo, por término medio baja y en muchas ocasiones realmente deplorable.
El secreto del éxito de aquella memorable aventura radiofónica hay que buscarlo en más de un elemento: seguramente no fue la ciencia ficción lo que atrajo al radioyente hacia Diego Valor. De haberse tratado de aventuras de tema medieval, como El Capitán Trueno, hubieran tenido el mismo éxito. El primer mérito hay que concedérselo a quien supo ver que la juventud no encontraba en la radio un programa pensado para ella. Y desde luego, el gran nivel técnico, unos efectos sonoros de calidad y un aparato musical adecuado y muy cuidado (el maestro Rafael Trabucchelli se encargaba de la dirección musical en los programas dramáticos de la emisora y fue uno de los ases en la manga de la cadena SER durante aquellos años). La suite de Los planetas de Holst subrayaba los momentos más emocionantes, y para quienes oíamos todas las tardes Diego Valor sigue sonando todavía cuando miramos al planeta rojo, lo mismo que la partitura de Prokofiev con la que daba comienzo cada episodio y el Himno de Diego Valor de Trabucchelli, que nos aprendimos de memoria y que aún me sorprendo a veces tarareando en la ducha. 
El malvado Gran Mekong.
En último lugar, pero no menos importante, el cuadro de actores de Radio Madrid contribuyó con un reparto de voces perfecto, especialmente los encargados de dar vida a los enemigos de los héroes terrestres, increíblemente estremecedores: el entrecortado y balbuceante castellano del Príncipe Diabólico, la malvada voz de su madre, la princesa Frieya, o el Gran Mekong, el primer enemigo de Valor y sus hombres. Y, naturalmente, un guión radiofónico medido al segundo. 
Revisando en la memoria aquellos episodios pienso que tal vez hoy nos resultaría difícil entender su éxito, pero para aquel tiempo era un trabajo perfecto: el oyente estaba preparado para escuchar la radio con la "virginidad" necesaria, al carecer del escepticismo que la sobredosis de ficción de la televisión inyecta ahora a diario.  
Los episodios tenían una duración muy corta, apenas veinte minutos, que incluían la presentación, la lectura del reparto, la despedida y la publicidad. La brevedad tiene sus ventajas, indudablemente, pero exige una agilidad en los guiones que el autor conseguía eliminando la voz del narrador y sustituyendo sus parlamentos con una pequeña introducción recordatoria de los episodios anteriores y con los diálogos, que, alejados del realismo, eran altamente descriptivos, redundantes incluso. Que aun así el resultado fuese del agrado de una audiencia juvenil demuestra que la intención del autor estaba perfectamente conseguida.
El más hispánico de los pilotos espaciales nació en 2000 en Madrid y estudió en Alcalá de Henares, según se nos informa en el Almanaque 2055 de la colección que Ediciones Cid dedicó a contar sus aventuras en Venus, Marte y otros rincones del sistema solar, pero sus peripecias vienen de mucho más atrás. Todo comenzó cuando la compañía publicitaria vinculada a la cadena SER que poseía los derechos para España de un personaje británico de ciencia ficción, Dan Dare, nacido en el primer número de la revista Eagle, tomó la decisión de convertirlo en un programa radiofónico. Hasta aquel momento, los seriales eran un género exclusivamente femenino, y la idea de un espacio dedicado a la aventura para los niños demostró ser una apuesta inteligente. Diego Valor, en principio un lanzamiento dirigido a la audiencia infantil, amplió rápidamente su público, y muchos adultos siguieron con interés las hazañas de los aventureros interplanetarios españoles.
Jarber.
La primera historia de nuestro héroe sigue casi al pie de la letra las peripecias de su hermano mayor inglés, pero enseguida se abandonó la trama original, de la que apenas quedaron algunos nombres propios (el primer gran enemigo, el Mekong de los wiganes, de quien Javier Dastis hacía una creación en las ondas, o los capitanes Hank Hogan y Pierre Laffite, cuyas alegres discusiones constituían el contrapunto humorístico de la épica de la serie), y rápidamente Diego Valor se convirtió en un producto nuevo, diferente a Dan Dare y con características muy distintas. Enrique Jarnés Bergua, "Jarber", militar navarro (comandante entonces) fue el encargado de escribir las nuevas historias para el programa radiofónico, que continuaron la aventura desde el momento en que, a los tres meses de iniciada la emisión, Dan Dare (perdón, Diego Valor) emprende el viaje a Venus para luchar contra los wiganes y así evitar que sean ellos los que se lancen a la conquista de la Tierra. 
Se ha hablado mucho de la fuerza de los personajes femeninos en Diego Valor, relativamente avanzados para lo que era la figuración de la mujer en la ficción aventurera en los cincuenta, especialmente en España. Tanto la profesora Beatriz Fontana, siempre en pie de igualdad con sus compañeros de aventuras, como la princesa venusina Kira, enamorada platónicamente del gallardo capitán Miguel Portolés, pero que no por eso era menos peligrosa en la lucha cuerpo a cuerpo o en el lanzamiento de granadas de mano, se mostraban en todo momento dispuestas a tomar el mando de cualquier situación sin preocuparles lo más mínimo el sexo, al igual que el comandante Jarnés parecía bastante despreocupado con el orden jerárquico militar, desde el momento en que su compañero de grado Diego Valor era el jefe de la expedición terráquea en el viaje a Marte, por encima del coroneles y generales… licencias poéticas, naturalmente.
Geyper convirtió la perforadora del espacio
en el juguete que todos los niños querían.
El serial radiofónico fue el auténtico bombazo de Diego Valor, que sirvió para impulsar una auténtica industria Valor, que incluyó desde dulcería (con los Chocolates Matías López, que comercializaron las tabletas Svylca, "el alimento que toma Diego Valor en campaña") hasta juguetes (la Perforadora del Espacio de Geyper era una miniatura gemela de la auténtica que se fabricaba en los talleres de Otalka), disfraces, triunfales representaciones de las tres temporadas teatrales con maravillosos efectos especiales, álbumes de cromos, una serie de televisión (que yo nunca pude ver, ignoro si era de animación o con actores), la colección de tebeos, se habló en varias ocasiones de hacer una película y se editaron dos discos de 45 revoluciones por minuto (rpm). 
    
Página editorial del Almanaque de Diego Valor para 2055.
Ficticia entrevista con los dibujantes de los tebeos publicada igualmente en el  mismo almanaque.
De los tebeos dibujados por Buylla y Bayo habrá que volver a hablar con más calma en otro momento. Por desgracia, los condicionamientos editoriales no permitieron aprovechar como era debido las posibilidades que Diego Valor tenía en el mundo de papel. Aquí trato especialmente de recordar la vida sonora de los héroes espaciales españoles.
Las fuentes consultadas difieren en cuanto a quién fue el actor encargado de poner voz a cada personaje. Según algunas informaciones, Eduardo Lacueva, la segunda voz masculina del cuadro de actores de Radio Madrid, personificó a Diego Valor durante los primeros meses de emisión. Para otros autores, fue Pedro Pablo Ayuso, la primera figura del elenco de la emisora de la capital, quien se encargó del personaje. Lo mismo ocurre con la profesora Fontana (papel para el que se menciona a Matilde Conesa, Juana Ginzo y Alicia Altabella, entre otros nombres), el capitán Miguel Portolés (Rafael Fuster, Fernando Delgado) y la princesa Kira (Encarnita Plana, María Jesús Cuadra); parece que hay más seguridad en otros casos, como el capitán Pierre Laffite (Julio Montijano) o el Gran Mekong (Javier Dastis): no es muy fácil conseguir datos seguros en lo que se refiere a los detalles menudos de la radio para los niños de hace casi sesenta años, o por lo menos yo no soy capaz de afinar más.
Lo que sí es seguro es que en junio o julio de 1954, cuando el serial ya estaba asentándose tras medio año de rodaje, los protagonistas cambiaron, y Joaquín Peláez, un joven y casi desconocido locutor de la cadena, tomó el relevo en el papel principal. Pronto su voz, más blanda y juvenil que la del primer intérprete, se convirtió en la definitiva voz de Diego Valor. Igualmente Beatriz Fontana encontró la que iba a ser la suya "auténtica" en la de María Romero, otra joven promesa. No sé cuál fue la razón de estos cambios. En realidad, en mi memoria Peláez y Romero siempre fueron los auténticos héroes de la saga espacial del comandante Valor y sus compañeros terrestres tanto en Venus como en Marte o luego en Júpiter. 
    
Anverso y reverso de la carpeta interior del primer disco, con el vinilo rosa.
La aventura discográfica de Diego Valor consistió en dos discos Philips de 45 rpm de duración extendida (EPs), de aquellos inefables vinilos coloreados de rosa o azul pálido.  Cada disco presentaba un relato breve que ocupaba las dos caras del vinilo. El guión de ambas historias era de Jarber, y el reparto lo encabezaban Pedro Pablo Ayuso y María Romero. 
Segundo disco, de color azul.
En "Los monstruos dormidos", la primera de las dos historias, están ausentes el capitán Portolés y su enamorada la princesa Kira, que hacen su aparición en "Un loco peligroso", el relato presentado en el segundo disco, interpretados por Maribel Ramos (una de las actrices más conocidas de la SER) y por Joaquín Peláez, apeado en el disco de su protagonismo como Diego Valor por motivos que tampoco alcanzo a comprender. Es admisible que en el teatro el actor que representa al protagonista no pueda ser un hombrecillo bajito, regordete y simpático, pero en un disco microsurco la voz tiene el mismo timbre y la misma calidez que en la radio, no consigo entender cuál pudo ser la causa que motivó su desplazamiento a un papel secundario. En el teatro, por otra parte se representaron con éxito tres episodios de Diego Valor. En ellos, el papel del protagonista recayó en Eduardo Lacueva. Las representaciones tuvieron lugar únicamente en Madrid, según explicaba el actor en una entrevista, debido a la dificultad inherente al trucaje y los efectos especiales.
Aunque mi memoria sobre este tema está bastante más viva que la que guardo de temas más actuales o más "trascendentes" o importantes, muchos de los datos y detalles, especialmente los referidos a los fondos musicales y a los actores que compusieron los repartos de los seriales radiofónicos y de las representaciones teatrales, he tenido que ir a buscarlos especialmente en el interesante libro de Pedro Barea La estirpe de Sautier. La época dorada de la radionovela en España (1924-1964), editado por El País Aguilar, donde he podido encontrar algunos testimonios de autoridades indiscutibles en cualquier controversia sobre el mundo del tebeo como Luis Gasca o Enrique Martínez Peñaranda. 
También he visitado viejos magazines de los setenta, como el venerable y añorado Bang!,  cuyo número doble 7/8, de 1972, dedicado a la ciencia ficción, presenta un extenso trabajo sobre Diego Valor que incluye una entrevista con Jarber y otra con Adolfo Buylla (autor junto a Braulio Rodríguez, Bayo, de los dibujos de la colección original), el cual aprovechó la ocasión para dar feliz fin a las hasta entonces inconclusas aventuras de Valor y sus compañeros con una hilarante coda que incluyo a continuación para dar remate a este quizá ya demasiado extenso desahogo sentimental que me he permitido sobre uno de los héroes señeros de mi infancia y de la de muchos de mis mejores amigos.


(Publicado originalmente en La Burbuja de Alejandro el 22 de febrero de 2009)

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