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domingo, 17 de diciembre de 2017

¡Menudo cuentista!


La bruja Rosquillas

Luis Bermejo

  
Vuelvo a bucear en aquel blog con el que a finales de la década pasada intentaba compartir algunas de las cosas que he ido almacenando durante los largos años de mi infancia, que, iniciada cuando los fatídicos años cuarenta daban ya sus boqueadas, sigo arrastrando en este extraño nuevo siglo, aunque el cuerpo a veces lo olvida y se comporta como si fuera el de un anciano. He dado con un bonito cuento de hadas dibujado por don Luis Bermejo al que le dediqué una entrada en La Burbuja. No tengo mucho más que añadir a lo que allí dije. Reproduzco aquella entrada, pues, con sus errores y su único acierto: el significar mi homenaje a uno de los grandes autores de nuestros tebeos. 

Luis Bermejo.
Probablemente en los tebeos españoles de finales de los cincuenta se pueden encontrar  las mejores escenas de lucha que se han dibujado nunca en el comic mundial: Ambrós, Ortiz, Quesada, Gago, Darnís, Iranzo, Vañó ─con aquellas abigarradas viñetas llenas de furibundos personajes golpeándose afanosamente mientras Pedrín suelta sus cuchufletas (paréntesis: ya sé que los expertos sentirán un escalofrío, pero algún día tendré que hablar de Roberto Alcázar y de Milton el Corsario, mis auténticos héroes infantiles junto a Diego Valor y los Dos Hombres Buenos; qué le vamos a hacer, cada uno tiene sus debilidades). Los dibujantes españoles dominaban el mamporro como nadie y retrataban la violencia con vigor y energía inigualados. Alex Raymond sería Leonardo; Hal Foster, Rafael, y Burne Hogarth, Miguel Ángel, pero en nuestros cuadernillos dibujaban Velázquez, Goya, Murillo, el Greco y, si me apuran, Dalí, Miró y Picasso, ¡qué se pensaban ellos! 
Viñeta de Aventuras del FBI.
Cuando pienso en escenas de lucha hay dos colecciones que vienen a mi recuerdo de inmediato: una es un producto de la madrileña editorial Rollán, "la editorial de los éxitos": Aventuras del FBI (el glorioso "Febeí" de mi infancia), y la otra es de la factoría valenciana de Manuel Gago, Editorial Maga: Apache. Ambas series son fruto del talento artístico de Luis Bermejo.
Bermejo es un artista de inmensa fuerza expresiva. Cuando la editorial Rollán decidió aprovechar el éxito de sus  populares novelas de la colección FBI lanzando una serie paralea de tebeos, el artista encargado de hacerla realidad fue Luis Bermejo. Las aventuras de los agentes Jack y Sam y su protegido el joven Bill fueron un éxito debido en gran parte al conseguido ambiente de inequívoco sabor cinematográfico y a la calidad del dibujo de Bermejo, además de contar con unos guiones resueltos con eficacia. Y si con el FBI Bermejo destacó en el género negro, en Apache retomó la historia del Guerrero del Antifaz trasladándola al Oeste americano y convirtió la colección, por méritos propios, en uno de los hitos de la historieta nacional.


 

Muchos años después, Bermejo y Blasco compartieron el intento de revivir las hazañas del Capitán Trueno, en una de aquellas aventuras editoriales del fin del siglo pasado, cuando todo parecía posible y Bruguera todavía no había llegado a su triste final. La cosa no estuvo mal, pero realmente aquéllos no eran ya los tiempos para este tipo de historias, o por lo menos la industria no apostaba por ellas de una forma suficientemente seria.
Siempre, eso sí, podemos encontrar en estos episodios la solvencia de los guiones de Víctor Mora, la calidad del maestro Jesús Blasco y la espectacularidad de Luis Bermejo.


Hoy quiero mostrar un aspecto quizá menos conocido del autor de tebeos de aventuras Luis Bermejo: sus cuentos infantiles. El artista dibujó para la colección Maripositas, de la editorial Rollán, algunos cuadernos como el que hoy vamos a presentar en nuestro espacio, unos cuentos en los que muestra, en mi opinión, una clara influencia del estilo que los hermanos Blasco habían desarrollado en revistas como Yumbo o Chicos, es decir, un estilo que hereda lo mejor del mundo de Walt Disney y de los cuentos clásicos europeos. Preparémonos, pues, a disfrutar de un cuento sin moraleja. Para ello sólo es preciso sumergirnos en el mundo de la fantasía con un espíritu abierto y dispuesto a encontrar todo lo que de maravilloso supieron poner sobre el papel la mano del artista y el talento del creador. Duendes, hadas, la malvada bruja, pócimas mágicas, maldad castigada… ¡un mundo de maravillas!







[Publicado originalmente el 9 de enero de 2009 en La Burbuja de Alejandro]

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