Buz Sawyer
La obra maestra de uno de los mejores narradores del cómic clásico de aventuras
Buz Sawyer, una de las mejores series aventureras de la prensa estadounidense, ha tenido muy poca suerte en España. Publicada esporádicamente en algún periódico y recogidos unos pocos de los últimos episodios en alguna colección lastimosamente editada, el lector español apenas ha tenido ocasión de apreciar y disfrutar unos relatos vibrantes narrados magistralmente y con un dibujo espectacular.
Las aventuras del teniente Buz Sawyer ㅡen la segunda tira se le presenta como J. G. (Buz) Sawyer, pero más adelante sabremos que su nombre completo era John Singer Sawyerㅡ, piloto naval a bordo del portaviones Tippecanoe, se inician, en plena II Guerra Mundial (1-XI-1943), con la botadura del buque, y durante los primeros episodios la serie retrata la acción bélica en el Pacífico, para derivar, una vez firmada la paz, hacia la aventura sin más coartada.
Las tramas se suceden sin solución de continuidad, presentando una galería de atractivos personajes y sin perder jamás el ritmo. El dibujo es detallado y realista, con un ligero tono caricaturesco y con un magistral uso de los grises que se convirtió en un elemento característico.
Las Sundays aparecieron cuatro semanas después del estreno de la tira. Los episodios dominicales no tenían relación con los de las tiras diarias, consistiendo en gags independientes protagonizados por Rosco Sweeney, el compañero y amigo de Buz, completando a veces el reparto su robusta hermana Lucille, mientras que Sawyer se limitó a hacer tan sólo una o dos apariciones en las primeras semanas.
Éste fue el inicio de la serie :
La larga duración de este serial permitió la evolución de los personajes y las tramas. El protagonista contrajo matrimonio en 1958 y tuvo un hijo, sin abandonar por ello la acción.
En las siguientes tiras, correspondientes a las dos semanas comprendidas entre el 19-XII-1949 y el 7-I-1950, se puede apreciar la calidad narrativa y gráfica de la serie:
Las aventuras de Buz Sawyer concluyeron a finales de los años noventa, aunque Crane abandonó el trabajo en la serie una década antes, siendo sustituido por varios autores, el último de ellos John Celardo, que fue el encargado de poner el punto final.
Crane, al igual que ocurrió con Caniff, ha sido tildado de excesivamente conservador y militarista, y seguramente esa crítica no sea del todo injusta, pero lo que es imposible negar es que leer sus relatos gráficos es una gozosa experiencia. Sería un sueño para los buenos aficionados que alguien decidiera tomarse en serio la tarea de publicar en castellano esta joya del cómic.
¡Qué exotismo! Hay más elipsis en una de estas tiras que en muchas de las páginas de los modernos tebeos estadounidenses. Todo por el suspense y la emoción.
ResponderEliminarMe ha recordado lo que no era capaz de hacer un joven dibujante, aunque ahora por fin rutilante estrella española, cuando comenzaba a dibujar historietas en el suplemento Golfiño. Contaba con una página completa y apenas sí conseguía captar la atención gracias a los textos ripiosos y sentimentaloides, más que por la acción misma. La angustia o la incertidumbre que la continuidad entre una entrega y otra debían aportar eran nulas.
Este tipo de historieta parece ya irrealizable, ni como pastiche.
Ismamelón Sobrino
Yo no creo que sea ya imposible que vuelva a renacer este tipo de cómic de aventuras bien narrado. Hay guionistas capaces y dibujantes estupendos. Es cierto que la invasión del género superheroico primero, del manga después y del tebeo "literario" (perdón, novela gráfica) al fin, junto con la casi desaparición del espacio en prensa para la historieta de acción, dificultan su publicación, pero yo pienso que hay un público fiel esperando que reaparezcan.
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