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martes, 23 de mayo de 2017

El cuaderno de aventuras

El horror en las aventuras de Roberto Alcázar y Pedrín

 

 

Número 121

El enigma del hombre mono

 

Las primeras aventuras de Roberto Alcázar y su joven compañero Pedrín consistieron en episodios independientes que comenzaban y concluían en cada número, aunque la acción continuaba cuaderno a cuaderno y se mantenía la secuencia temporal y algunos personajes y localizaciones de un número a otro.

Inicio de la serie:
Roberto Alcázar y Pedrín
se conocen
a bordo del Neptunia.
Los primeros cuadernos componían un periplo viajero por varios países de Hispanoamérica (en la España "imperial" era casi obligatorio llamar así a lo que ahora es más habitual denominar Latinoamérica). Nuestros héroes hacían su primera aparición, "frente a las costas de Brasil", a bordo del transatlántico Neptunia, que había partido de Lisboa con rumbo a la Argentina. Un pasajero, el "periodista inquieto y aventurero" Roberto Alcázar (en realidad, el único pasajero del barco, pues no aparece ningún otro en todo el episodio), debía hacerse cargo allí de una copiosa herencia.

Resuelto su primer caso,
Roberto confirma su decisión
de compartir sus aventuras
con su joven protegido.
Durante el viaje en el barco, nuestro héroe conoce al que luego sería su inseparable pupilo Pedrín, embarcado como polizón en la capital portuguesa y descubierto por la tripulación, y se hace cargo del muchacho sin más trámite ni averiguación.

El episodio publicado en el número 4, 'El tesoro de los `tobas´', lleva a Roberto y Pedrín a la búsqueda de aquella herencia legada por su tío Fernando Alcázar, consistente en "valores argentinos y (...) varios pozos de petróleo sin explotar (...) a orillas del río Pilcomayo". Tras emocionantes aventuras, Roberto, con la ayuda del plano entregado por el albacea testamentario, consigue hallar los pozos de petróleo en el territorio de la tribu de los "tobas" y, haciendo gala de la hispana generosidad, comparte con ellos su herencia, cediéndoles la mitad de la producción. No vuelve a hablarse en toda la serie, que yo recuerde, de asuntos económicos, lo que sugiere que la herencia permite a Roberto dedicarse a sus aventuras sin preocuparse por los gastos.

Típico inicio de una aventura
de Roberto Alcázar y Pedrín.
La pareja heroica recorrió después varios países latinoamericanos, de Uruguay a México, donde transcurren los episodios contenidos en los números 9 ('La serpiente amarilla') a 14 ('El arca de plata'). En la primera página de este último Roberto comenta sus planes de viajar a Cuba y comprar una finca en la isla caribeña, e insiste en la última viñeta en la idea de viajar a La Habana, lo que no se cumple, pues el episodio siguiente, 'El tesoro de los pigmeos' (número 15 de la colección), comienza abruptamente explicando en el cartucho de texto inicial: "Jamás disfrutó Roberto Alcázar de descanso más merecido. En los breves días que duraba su estancia en la Argentina, Pedrín y él, agenos (sic) a toda actividad, dejaban transcurrir el tiempo entre diversiones y recuerdos", lo que parece indicar que el proyectado viaje a Cuba no se hizo realidad, quizá por olvido de los guionistas ―este principio se convierte en una pauta que se repite incansablemente en la colección: nuestros héroes descansan tranquilamente tras su última aventura cuando un suceso inesperado les embarca en otra nueva peripecia―. Roberto, que, al igual que le ocurrió a Tintin, parece haber abandonado su inicial oficio periodístico, recibe el encargo de encontrar a un entomólogo desaparecido en África en busca de un ejemplar de "hormiga termita", ya que, como explica al héroe uno de los miembros del Consejo Superior del Instituto de Investigaciones Científicas argentino, "Sólo confiamos en usted para encontrar al doctor".

Comienza aquí otra serie de episodios que transcurren en África, con el mismo tipo de tránsito entre episodio y episodio hasta que se abandona por fin ese mecanismo y cada número se convierte en una aventura absolutamente independiente, muchas de ellas iniciadas con la consabida explicación del descanso de los protagonistas tras sus aventuras anteriores.

Fin de la saga del Hombre Diabólico.
En las últimas viñetas se anuncian
los acontecimientos que darían lugar
al episodio siguiente.
Esta situación de episodios completos independientes sigue ya hasta el número 93, porque entonces da comienzo la saga más atípica y más interesante de la colección, que llevó en portada el título especial Roberto Alcázar contra el Hombre Diabólico y en la que se narraba la lucha de Alcázar y Pedrín contra Svimtus y sus compañeros y sicarios. Este largo episodio cubre el arco que abarca veintisiete números (94 a 119), con una coda o secuela que ocupó los cuatro números siguientes, conectados con la historia del Hombre Diabólico por el robo del cerebro de Svimtus de la tumba y su empleo para crear una droga maligna. La colección siguió ofreciendo episodios de cuatro o cinco números durante algún tiempo, luego las aventuras redujeron su duración a sólo dos números y finalmente se limitaron a los cuadernos con episodios completos.

Viñeta que muestra
el terrorífico ambiente
en que se desarrolla
esta aventura de Roberto y Pedrín.
En esta entrada presentamos el inicio de la historia que continuaba la saga del Hombre Diabólico después de la muerte de Svimtus y sus secuaces. El episodio se puede considerar un relato de miedo, como se decía entonces, pues los elementos de horror son la base de la trama, que se desarrolla en los números 121 a 124 con los títulos 'El enigma del hombre mono', 'El brazalete maldito', 'Los endemoniados'  y 'La venganza de Samson'. Creo que ésta es una de las aventuras más atractivas de la enorme producción de Vañó para la colección. En los guiones, de Pedro Quesada, pueden apreciarse las virtudes y los defectos de la ficción popular de la época, no sólo del tebeo, sino de la novela de quiosco o el cine de aventuras. Para disfrutar aquellas historias es preciso entenderlo así y mantener la expectativa en el nivel adecuado. Roberto Alcázar no es, evidentemente, una obra de arte, puede decirse que es un tebeo mediocre, pero no es casualidad que durante más de tres décadas se mantuviera en el quiosco: dijera Lope lo que dijera, la plebe, cuando gusta de algo, tiene sus motivos. Leer estos números puede ayudarnos a entender cuáles eran los que había para aficionarse a las aventuras del intrépido aventurero español.

Los ejemplares de los que he obtenido las páginas escaneadas pertenecen a ediciones originales. El número 120 lleva impreso en portada el PVP de una peseta cubierto con un sello adhesivo con el nuevo precio de 1,25, los otros tres ya costaban directamente los cinco reales. Esto parece confirmar que el cambio de precio tuvo lugar en el número 122, distribuyéndose ejemplares del 121 con el nuevo precio sobrepuesto, aunque no tengo confirmación de este dato. El estado de los ejemplares es bueno, dentro de su antigüedad, las portadas tienen buen aspecto y la impresión no ha perdido demasiado, lo único que molesta es que se transparentan las imágenes, sobre todo de la portada a la página 1, lo que dificulta el escaneo, pero creo que pueden leerse bastante bien. En el margen superior de las páginas interiores puede observarse el deterioro causado al separar las páginas, unidas por arriba y sin cortar. La mayoría de los lectores éramos poco cuidadosos en esta operación, y el resultado queda a la vista.

Y eso es todo, disfrutemos de este primer bocado de horror llegado del siglo pasado.








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