THE BEATLES
Un póster perdurable
En los años setenta, recién casado y pronto padre, las paredes de nuestra casa se fueron llenando de carteles (posters, como se decía entonces, con la lengua inglesa invadiendo paso a paso nuestro vocabulario): el inevitable Guernica (que acabó convertido en el hogar del progre en el sustituto laico de la Última Cena de la casa paterna), Charlot en la guerra, con toda su parafernalia a cuestas (desde la bañera a la batidora manual y la cafetera), fotos de animales, de coches y aviones, algún Quijote y alguna belleza cinematográfica, y en el centro de todo, los Beatles, los "Rolling", los Kinks... Aquellos pósteres perduraron año tras año, desplazados poco a poco por los muebles y las estanterías, sobre todo las estanterías, que iban ocupando cada rincón del piso.
El más perdurable de aquellos carteles es el que traigo hoy aquí: una fotografía del cuarteto de Liverpool en gran tamaño (no los 65x90 centímetros con los que optimistamente se anunciaba en la revista de la que lo obtuve, sólo 62x88, ocho páginas desplegables de 31x22 centímetros cada una). El póster ocupaba la mitad de la paginación del número 7 de la revista Popster, publicación plegada impresa en una única hoja con portada, contraportada y seis páginas de texto por una cara y el cartel en la retiración. En los otros números de la revista, que se publicó aún durante bastante tiempo, aparecieron otros muchos de aquellos héroes de la guitarra y el micro de los sesenta y los setenta, empezando por los Stones, que abrieron la colección.
El cartel estuvo grapado en las paredes de casa al menos doce o trece años antes de ser retirado y quedar escondido entre los mil papelotes guardados en cajas que abarrotan mi espacio vital. Buscando la semana pasada otras cosas me saltó a la vista, y decidí darle una última oportunidad de lucir sus colores en la bitácora. Su prolongado servicio y su convivencia con dos niñas varios gatos y dos perros que sucesiva y a veces conjuntamente habitaron la casa dejaron sus señales en el lienzo de papel, que muestra las dolorosas heridas de las chinchetas en sus esquinas además de los desgarrones de la fauna animal e infantil y de los pliegues propios de su encuadernación primigenia. Pese a ello, sigue siendo el más querido de los muchos carteles que adornaron nuestros muros, bastantes de ellos dedicados a John, George, Paul y Ringo.
De los protagonistas del póster y la revista no hay ya mucho mas que se pueda decir. Quien habla de los Beatles a estas alturas habla sobre todo de sí mismo y de su relación con un fenómeno que marcó la juventud de varias generaciones. Yo lo he hecho y lo hago quizá demasiado, así que aquí termino este discurso inútil y dejo que hablen las imágenes.
Dedicado con todo cariño a Yolanda y a Laura, y especialmente a Eduardo.
Edu, quiero pensar que aunque tú ya no puedes recordar a tus Beatles,
ni al resto de tus grupos favoritos,
ni siquiera a nosotros, todos los que te queremos,
sientes todavía palpitar en tu corazón el amor de quienes nunca podremos olvidarte.
Edu, quiero pensar que aunque tú ya no puedes recordar a tus Beatles,
ni al resto de tus grupos favoritos,
ni siquiera a nosotros, todos los que te queremos,
sientes todavía palpitar en tu corazón el amor de quienes nunca podremos olvidarte.
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