El Supermán de Novaro
Aquellos tebeos que yo no podía permitirme
La editorial mejicana Novaro, o ER, o SEA (que con esos sellos publicó sus distintos productos) inundó España en los años cincuenta con gloriosas revistas de historietas que para nosotros eran más que simples tebeos. El problema es que su precio las ponía fuera de nuestras (mis) posibilidades económicas, por lo que sólo podía leerlas mediante préstamo o alquiler, y para ir consiguiendo en propiedad algún número me veía obligado a desprenderme, con inmenso dolor, de varios números ya leídos de mis colecciones de cuadernillos. Ya entonces era yo un coleccionista acaparador y completista incapaz de sentirme satisfecho mientras no lo tuviera todo, algo que, lamentablemente, aún no he conseguido, aunque sigo empeñado en ello...
La primera y más reconocida colección de Novaro (ER realmente) fue la dedicada al Hombre de Acero, que mi generación (los nacidos alrededor del año 50 del siglo pasado) conoció en estas ediciones, con episodios protagonizados por el superhéroe adulto, aventuras juveniles o hazañas en las que contaba con la ayuda de sus amigos, Batmán y Robín, estas últimas muy buscadas. Para mí, aquel Supermán (atribuido a Wayne Boring aunque es posible que no todos los episodios fueran suyos) fue siempre el verdadero, el único Supermán: macizo, ancho, de rostro pétreo y sonrisa esquiva... De igual modo, las auténticas historias de Supermán, como las de Batmán y los otros héroes que Novaro nos traía desde los USA, serán siempre en mi recuerdo aquellos surrealistas episodios de ocho páginas en colores pastel con su exótico lenguaje y sus nombres hispanos, historietas en las que el mundo "real" era el irreal mundo de Metrópolis, Gotham y el resto de localizaciones de los Estados Unidos que soñábamos desde la gris España de los cincuenta, donde todos conducían enormes haigas, en todas las casas había teléfono, lavadora y lavavajillas, se viajaba en avión y se llevaba pistola en el bolsillo, un mundo en el que los héroes (entonces no superhéroes), a quienes todos admiraban menos los malhechores, que tenían que buscar complicados mecanismos para acabar con ellos, sin lograrlo jamás, naturalmente, aún eran un fenómeno único. Nada que ver con lo que ahora ocurre en el mundo superheroico, en el que los seres humanos "normales" apenas existen, y la figuración se compone casi exclusivamente de batallones de figuras de colorines con trajes circenses y poderes a cual más extraordinario.
Las tramas de las aventuras del Hombre de Acero solían centrarse en los problemas del inefable reportero Clark Kent para evitar que se descubriera su doble personalidad, de los intentos del malvado Luthor o de otros singulares maleantes de hacer caer en sus trampas a Supermán o de las tretas del superhombre para escapar de las ansias matrimoniales de Luisa Lane. Con el tiempo fueron apareciendo otras figuras encapadas (Supercán, Superchica...) para dar variedad a los argumentos, convirtiendo la serie casi en una comedia. En aquellas historietas la gente normal, los ciudadanos, policías, carteros, bomberos... vivían sus tranquilas vidas hasta que alguna amenaza terrible les amenazaba, momento en el que los héroes hacían su aparición, solucionaban el problema y se retiraban entre el aplauso y la admiración general.
Traigo hoy al blog un número de la colección de ER publicado en abril de 1959, en el que Supermán tiene que hacer frente a situaciones tan comprometidas como descubrir cuándo cometió un error que puede dejar al descubierto su personalidad, o conseguir que el bromista de la quinta dimensión Mxyztplk, que para la ocasión ha emulado su doble personalidad, pronuncie su nombre al revés para que al hacerlo se vea transportado a su mundo, o, por último, a librarse de la esclavitud en un remoto reino oculto en las montañas desde hace miles de años y conseguir evitar que a su vuelta se descubra, ¡cómo no!, su secreta identidad, al haber sobrevivido a su caída de un avión en vuelo. Completan el cuaderno varias historietas completas de una página, todas ellas procedentes también de los comic books de DC Comics.
Han pasado ya casi sesenta años desde que se editaron estas historias, no sé qué vigencia puede quedarles, pero para mí su ingenuidad sigue resultando refrescante.
Maravillosa entrada, Alejandro, gracias por traernos esta delicia de cómic. Yo nací unos cuantos años después (en 1968), pero leí muchas historietas de Superman de los años 50 y 60 gracias a que se reeditaron en los 70 en la colección LibroCómic, también de Novaro, que descubrí en mi infancia y que ya de mayor fui completando poco a poco. Para mí este Superman también será siempre el auténtico, y siempre he encontrado estas historias, aunque ingenuas, mucho más divertidas, mejor dibujadas y mejor escritas que la mayoría de las confusas tramas que nos ha ofrecido esta serie en las últimas décadas.
ResponderEliminarLos tebeos de Novaro tienen un encanto especial para mí. Como explico en la entrada, eran casi inalcanzables en mi infancia, cuando apenas podía comprarme el Diego Valor de 75 céntimos a la semana, pero leía todos los que conseguía encontrar y los disfrutaba como un enano. Si puedo y nadie se opone, subiré algún otro número.
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