Las autoras del neotebeo
La cuota femenina en Cairo (I)
Cairo, la revista de Norma Editorial de 1981, que nació como abanderada de lo que se llamó línea clara de la historieta, dio lugar a un agrio debate algo más que terminológico que alcanzó niveles lamentables por una y otra parte. El tiempo ha permitido calmar algo los ánimos, y tanto los que condenaban el movimiento al infierno del infantilismo como los que, en el otro extremo, consideraban lo que no fuera línea clara como un arcaísmo sin futuro han vuelto al cauce más normal y procuran encontrar lo bueno y disfrutable en donde aparezca, se le ponga la etiqueta que se le ponga. O al menos ése es mi deseo, no sé si ingenuo.
Cairo alcanzó los setenta y cinco números, más dos extraordinarios fuera de numeración, sufriendo durante su publicación varios cambios, alguno de ellos con reflejo en el contenido, como se explicó en el editorial de despedida del número 75. Los textos editoriales de la revista, leídos ahora, dan una idea de las tensiones que se vivieron en el mundo del cómic en aquellos dorados años.
La revista acogió en sus páginas un plantel de autores nacionales y extranjeros de lo más brillante, dando ocasión a algunos jóvenes valores para comenzar sus carreras profesionales. Entre las firmas que aparecieron en la revista figuraron muy pocas mujeres. He revisado los 77 números, y he encontrado únicamente siete u ocho, y sólo dos de ellas con un trabajo continuado.
En los cincuenta primeros números, aparte de los artículos de texto, apenas aparecen firmas femeninas. En el número 7 encontramos por primera vez una historieta en la que se acredita autoría femenina: Victoria Bermejo y Ana Rey, redactoras de muchos de los textos de la revista, figuran como responsables del guión de Encuadres congelados, la breve historia que ocupa la contaportada del número, con dibujo de Jorge Saladrigas. No he conseguido encontrar otras historietas de ninguna de las dos guionistas.
Hasta el número 10 no vuelve a aparecer otra historieta firmada por una mujer. Se trata de El elegido, un relato de tres páginas en blanco y negro sobre un cínico guión de Andreu Martín que ni en tema ni en tratamiento me parece demasiado "línea clara" (aunque lo cierto es que yo no acierto casi nunca a distinguir ese tipo de etiquetas), y que la veterana dibujante argentina Mariel Soria desarrolla con su habitual eficacia.
Hubo que esperar otros ocho números para encontrar la tercera aportación femenina al "neotebeo", como se autodefinió la revista en sus primeros números. Esta vez la ocasión pareció más prometedora, puesto que se trataba de una historieta escogida de entre las mostradas en una exposición de jóvenes autores organizada por la emisora Radio 3, obra de una historietista de dieciocho añitos, Lourdes Santamaría Blasco, "Marilú Blasco" para la ocasión. Pero resultó un espejismo, puesto que tras este trabajo no volvió a aparecer la firma de la autora en la revista ni, que yo haya podido encontrar, en ninguna otra publicación de la editorial ni de otro sello.
Cairo alcanzó los setenta y cinco números, más dos extraordinarios fuera de numeración, sufriendo durante su publicación varios cambios, alguno de ellos con reflejo en el contenido, como se explicó en el editorial de despedida del número 75. Los textos editoriales de la revista, leídos ahora, dan una idea de las tensiones que se vivieron en el mundo del cómic en aquellos dorados años.
La revista acogió en sus páginas un plantel de autores nacionales y extranjeros de lo más brillante, dando ocasión a algunos jóvenes valores para comenzar sus carreras profesionales. Entre las firmas que aparecieron en la revista figuraron muy pocas mujeres. He revisado los 77 números, y he encontrado únicamente siete u ocho, y sólo dos de ellas con un trabajo continuado.
En los cincuenta primeros números, aparte de los artículos de texto, apenas aparecen firmas femeninas. En el número 7 encontramos por primera vez una historieta en la que se acredita autoría femenina: Victoria Bermejo y Ana Rey, redactoras de muchos de los textos de la revista, figuran como responsables del guión de Encuadres congelados, la breve historia que ocupa la contaportada del número, con dibujo de Jorge Saladrigas. No he conseguido encontrar otras historietas de ninguna de las dos guionistas.
Hasta el número 10 no vuelve a aparecer otra historieta firmada por una mujer. Se trata de El elegido, un relato de tres páginas en blanco y negro sobre un cínico guión de Andreu Martín que ni en tema ni en tratamiento me parece demasiado "línea clara" (aunque lo cierto es que yo no acierto casi nunca a distinguir ese tipo de etiquetas), y que la veterana dibujante argentina Mariel Soria desarrolla con su habitual eficacia.
Hubo que esperar otros ocho números para encontrar la tercera aportación femenina al "neotebeo", como se autodefinió la revista en sus primeros números. Esta vez la ocasión pareció más prometedora, puesto que se trataba de una historieta escogida de entre las mostradas en una exposición de jóvenes autores organizada por la emisora Radio 3, obra de una historietista de dieciocho añitos, Lourdes Santamaría Blasco, "Marilú Blasco" para la ocasión. Pero resultó un espejismo, puesto que tras este trabajo no volvió a aparecer la firma de la autora en la revista ni, que yo haya podido encontrar, en ninguna otra publicación de la editorial ni de otro sello.
Si la tercera historieta se hizo esperar, la cuarta no fue más puntual: trece números hubieron de pasar para encontrar a otra autora firmando su trabajo en el neotebeo. Así, en el número 31 encontramos un relato breve, tres páginas, escrito por Almudena Martínez y con dibujos de Joaquín L. Cruces, La chica de la motocicleta.
Esta historieta sería, según muchos, lo más parecido a lo que se entiende generalmente por sensibilidad femenina, pero a mí me parece inútil y abocado al fracaso el empeño de buscar diferencias entre las obras artísticas masculinas y las femeninas. En el mundo de la historieta es un tema recurrente que parece desasosegar a mucha gente. Por mi parte, aunque resulta imposible olvidarlo, no tengo demasiado interés en conocer el género (o el sexo, o lo que sea) de un artista, un deportista o un profesional cualquiera, me interesa tan sólo lo que ofrece su trabajo y si conecto con él. En realidad, gran parte del tono sentimental de esta historieta proviene por igual de la delicadeza del dibujo como de la dulzura del relato.
Por desgracia, no volvimos a ver otro trabajo de Almudena en la revista, tendremos que conformarnos con esta muestra.
Otros cinco números de Cairo después la revista incluyó en su contenido una... digamos historieta, obra de un artista plástico, Rodrigo (Rodrigo Muñoz Ballester), autor conocido en el mundo de la historieta sobre todo (por no decir exclusivamente) por su serie Manuel, publicada en La Luna de Madrid. He incluido este trabajo porque en él se acredita como autores, conjuntamente, a Rodrigo y a Cula, y aunque no he conseguido más información sobre esa segunda firma, su sonido y el hecho de que en la fotografía que acompaña el texto de presentación de la historieta figura una mujer me hacen pensar que debe tratarse de la susodicha Cula.
Con este tipo de trabajos tengo el problema de mi incapacidad para introducirme en ellos. No puedo decir que me guste o me disguste, sino que no lo entiendo. Supongo que esto me descalificaría como crítico si se me ocurriera pretender ese título. Como simple lector de tebeos puedo permitirme decir que, aparte del atractivo innegable del dibujo, no sé muy bien qué me contaron con esta historieta. Es algo que me ocurre a veces. Un compañero de trabajo, pintor renombrado, ante mi comentario: "Lo siento por fulano y zutano, pero no entiendo lo que pintan", me contestó que no lo sintiera por ellos, sino por mí, que me lo perdía. Tenía toda la razón, claro, pero no puedo hacer nada contra ello.
Por último, una historieta de título y ambiente cinematográficos dibujada por Montana (Xavi Muntada) sobre guión de Sun (Asunción García): En el calor de la noche, publicada en el número 44. Fue la primera entrega de una serie dedicada al mundo del cine que se prolongó durante varios números y cuyo título genérico, Secuencias privadas, no apareció hasta el cuarto episodio. En el sumario de este número se acreditó a la guionista como "Susi", evidentemente por error.
Con esto terminamos esta primera entrega dedicada al trabajo femenino en Cairo. El plan es continuar con otras dos entradas dedicadas monográficamente cada una a una autora, ya que sólo hubo otras dos firmas en la revista, la guionista Sun, de la que hemos dado aquí el primer trabajo, y la dibujante Ana Miralles, con la que cerraremos el repaso.
Como siempre, espero que esto sirva para que alguien se sienta interesado en el tema y decida sumergirse en la lectura de aquellas revistas hoy ya inexistentes.
Esta historieta sería, según muchos, lo más parecido a lo que se entiende generalmente por sensibilidad femenina, pero a mí me parece inútil y abocado al fracaso el empeño de buscar diferencias entre las obras artísticas masculinas y las femeninas. En el mundo de la historieta es un tema recurrente que parece desasosegar a mucha gente. Por mi parte, aunque resulta imposible olvidarlo, no tengo demasiado interés en conocer el género (o el sexo, o lo que sea) de un artista, un deportista o un profesional cualquiera, me interesa tan sólo lo que ofrece su trabajo y si conecto con él. En realidad, gran parte del tono sentimental de esta historieta proviene por igual de la delicadeza del dibujo como de la dulzura del relato.
Por desgracia, no volvimos a ver otro trabajo de Almudena en la revista, tendremos que conformarnos con esta muestra.
Otros cinco números de Cairo después la revista incluyó en su contenido una... digamos historieta, obra de un artista plástico, Rodrigo (Rodrigo Muñoz Ballester), autor conocido en el mundo de la historieta sobre todo (por no decir exclusivamente) por su serie Manuel, publicada en La Luna de Madrid. He incluido este trabajo porque en él se acredita como autores, conjuntamente, a Rodrigo y a Cula, y aunque no he conseguido más información sobre esa segunda firma, su sonido y el hecho de que en la fotografía que acompaña el texto de presentación de la historieta figura una mujer me hacen pensar que debe tratarse de la susodicha Cula.
Con este tipo de trabajos tengo el problema de mi incapacidad para introducirme en ellos. No puedo decir que me guste o me disguste, sino que no lo entiendo. Supongo que esto me descalificaría como crítico si se me ocurriera pretender ese título. Como simple lector de tebeos puedo permitirme decir que, aparte del atractivo innegable del dibujo, no sé muy bien qué me contaron con esta historieta. Es algo que me ocurre a veces. Un compañero de trabajo, pintor renombrado, ante mi comentario: "Lo siento por fulano y zutano, pero no entiendo lo que pintan", me contestó que no lo sintiera por ellos, sino por mí, que me lo perdía. Tenía toda la razón, claro, pero no puedo hacer nada contra ello.
Por último, una historieta de título y ambiente cinematográficos dibujada por Montana (Xavi Muntada) sobre guión de Sun (Asunción García): En el calor de la noche, publicada en el número 44. Fue la primera entrega de una serie dedicada al mundo del cine que se prolongó durante varios números y cuyo título genérico, Secuencias privadas, no apareció hasta el cuarto episodio. En el sumario de este número se acreditó a la guionista como "Susi", evidentemente por error.
Con esto terminamos esta primera entrega dedicada al trabajo femenino en Cairo. El plan es continuar con otras dos entradas dedicadas monográficamente cada una a una autora, ya que sólo hubo otras dos firmas en la revista, la guionista Sun, de la que hemos dado aquí el primer trabajo, y la dibujante Ana Miralles, con la que cerraremos el repaso.
Como siempre, espero que esto sirva para que alguien se sienta interesado en el tema y decida sumergirse en la lectura de aquellas revistas hoy ya inexistentes.
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