Buscar en este blog

sábado, 4 de noviembre de 2017

El amable humor valenciano


Jaimito, una lectura placentera

  
Los tebeos humorísticos de la editorial Valenciana se diferenciaban de los de Bruguera por el talante de su humor, nunca agresivo, con la mirada puesta en lectores de edad infantil. Si en Pulgarcito o El DDT encontrábamos al muerto de hambre, la suegra insufrible, los niños terribles y su estricto padre, los empleados oprimidos y sus tiránicos patronos, la bruja irascible, el periodista entrometido o las frustradas solteronas, en Jaimito, y no digamos ya en Pumby, los personajes eran menos "reales" y vivían en un mundo mucho más amable. Las figuras titulares (el gatito del enorme cascabel o Jaimito y sus amigos Bolita, Tejeringo y Rosquilleta), aunque tuvieran enfrentamientos con enemigos tan "terribles" como Don Camorra, alias El Barbas, y su hermano Tontilón, en realidad nunca se veían envueltos más que en escaramuzas divertidas que solían terminar en un chasco para el malvado y sonrisas para los protagonistas, y lo mismo le ocurría a Pumby en sus fantásticos viajes y peripecias. Los demás personajes formaban parte del mismo amable mundo, ya fueran una clásica familia, un perezoso irremisible o un náufrago eterno. Asimismo, abundaron los animales antropomorfos cuya vida transcurría entre pequeños problemas siempre fácilmente resueltos, y el humor tendía más al absurdo o al chiste blanco que al coscorrón y la paliza habituales en Bruguera.
El humor absurdo de Palop.
El dibujo de estas historietas, como es natural, participaba del espíritu pacífico y amable, más suave y redondeado que el de sus colegas del norte. Dibujantes como Nin, Frejo, Liceras, Karpa, Sanchis, Edgar, Carbó, Palop, Rojas o Castillo daban a sus historietas un dulce sabor que hacía de la lectura un ejercicio feliz. Incluso dibujantes que en otras publicaciones se mostraron más "salvajes", como Serafín o Nené Estivill, mantenían el tono general en sus trabajos para Jaimito.
Traemos hoy al blog dos ejemplares de Jaimito de los que leía en mi infancia. El primero de ellos, el número 400, se publicó cuando yo debía de andar por los siete años. Mi padrino solía comprarme regularmente algunos tebeos (Roberto Alcázar, Dumbo, Jaimito y otros, además de Florita y Mariló para mi prima, ocho o diez años mayor que yo), por lo que es probable que lo leyera "de estreno". El otro número, el 577, ya es de 1960, y para entonces mis lecturas tenía que conseguírmelas yo mismo, y como apenas me llegaba el presupuesto para comprar algún cuaderno de aventuras a la semana, es de suponer que este Jaimito debió de llegarme mediante canje con algún amigo. En este número se incluían dos páginas de un episodio de Roberto Alcázar y Pedrín: no sé en qué momento se decidió incluir historietas de aventuras en la revista, normalmente el contenido se limitaba a chistes e historietas humorísticas, páginas variadas de amenidades y algún relato en viñetas con texto al pie.
Me hubiera gustado poder ofrecer una aventura de la pandilla de Jaimito de las que Karpa desarrolló en varias entregas, pero no he conseguido completar ninguna, aunque no desespero. También querría traer un episodio dibujado por Liceras. Pero creo que estos ejemplares son suficientes para comprobar que la lectura de las hazañas del Soldadito Pepe o el Capitán Mostachete, las mil formas de no hacer nada de Bartolo, el mundo cerrado de Robinsón Pérez, los permanentes problemas en los que la magia del genio Eustaquio metía a Gedeón o las peripecias de Teresito y sus papás pueden disfrutarse siempre sin otra preocupación. Un placer sereno, vamos.




















No hay comentarios:

Publicar un comentario