LA LÍNEA CLARA Y LA ESCUELA DE VALENCIA
DOGON
El espionaje según Micharmut
A comienzos de los años ochenta se libraba una incruenta batalla entre los amantes del "cómic adulto" y los de "la línea clara", observada con cierto desconcierto por los más antiguos aficionados y con algo de cachondeo por los que se definían como "la línea chunga". Aquello ha pasado, por suerte, espero que definitivamente, y ahora intentamos valorar los tebeos por sus méritos intrínsecos y no por etiquetas espurias (aunque es difícil luchar contra eso y de aquellos y otros polvos surgen aún lodos novelescos y gráficos).
De aquellos debates quedó claro que en la costa levantina se había atrincherado un aguerrido grupo de geniales creadores que dieron entonces muestras de su calidad y de la vigencia de su modo de ver la historieta. Con Miguel Calatayud como adelantado, y con la mirada puesta en figuras tan señeras como Coll, Palop, Karpa o Liceras, jóvenes dibujantes como Mique, Sento o Daniel Torres dieron a la luz un abundante y apetecible material que hoy es ya historia del tebeo español.
Uno de los más personales artistas de aquel movimiento fue (es) Micharmut, un autor inclasificable, sin maestros conocidos ni alumnos que puedan jactarse de su herencia. Dibujante y guionista como hay pocos, su obra no puede abordarse con indiferencia. Como, en otra línea, Max o Mariscal, lo que él hace sólo él puede hacerlo.
Entre sus primeros trabajos está el primoroso librito editado por Edicions del Cingle como número 2 de su Colección Imposible. Este emocionante episodio de espionaje es el que hoy presenta la memoria frívola. Espero que se disfrute, no es tarea fácil encontrar muchos tebeos como éste.
Ilustración de Micharmut para las guardas del libro. |
Me avisan de un error en mis datos sobre este libro: no fue el segundo número de la colección, sino el primero. Por otra parte, el sello sólo llevó el nombre Ediciones del Cingle en este número, pasando a llamarse Arrebato a partir del siguiente.
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