Aquellas añoradas ediciones de los años sesenta
Los 4 Fantásticos de Vértice
(o por qué detesté a los héroes de Marvel desde que los conocí)
No cabe duda: cada uno es hijo de su experiencia. En mi caso, mi afición a los tebeos (en general, a la ficción de cualquier clase) nació, como ya he contado otras veces, casi con mis primeros vagidos, cuando mis mayores intentaban dormirme contándome aquellos cuentos que comenzaban con el "Érase una vez" y terminaban con el "Colorín colorado" y el egoísta banquete de perdices tras una narración en la que no podía alterarse ni una palabra, ni una inflexión, ni un suspiro.
Cuando llegaron a España Spiderman y Los 4 Fantásticos mi concepto de la historieta ya estaba creado y conformado como si lo hubieran tallado en roca. Aquellos librejos de Vértice, de tamaño imposible, con las portadas con el horrible fondo blanco y las páginas que amarilleaban por minutos, con aquellas viñetas sin fondos, los personajes anodinos y sin la menor gracia, los bocadillos elefantiásicos con diálogos que pretendían ser graciosos pero que eran más dignos de Lina Morgan que de Gila... era imposible que me gustaran, y jamás me gustaron. Me habían destetado las gloriosas aventuras de Purk, el Guerrero, Roberto Alcázar, el Espadachín, Mendoza Colt, el Jeque Blanco, El Cachorro, los agentes del FBI de Rollán... y más tarde llegaron Trueno y El Jabato, los mil héroes de Maga y el cómic de prensa llegado de los EE UU, Flash Gordon, el Hombre Enmascarado, Mandrake, incluso Julieta Jones. Realmente, no había color.
Curiosamente, en aquel formato de Vértice había disfrutado previamente con las aventuras del primitivo Spiderman (después Spider a secas), el malévolo personaje británico de las orejas puntiagudas, y con otras series, unas venidas de la pérfida Albión y otras producto de la misma Marvel, relatos fantásticos, misteriosos o terroríficos, pero los superhéroes... ¿Cómo iba a sentirse atraído por aquellos empijamados personajes dotados de poderes inimaginables y enfrentados repetidamente a monstruosos seres de ambición sideral que intentaban una y otra vez dominar todos los mundos quien había disfrutado con las surrealistas y encantadoras aventuras de Supermán, Batmán y Robín y sus compañeros de Novaro? Sí, para nosotros, en materia de superheroísmo (aunque ese concepto aún no había nacido), Novaro era el no va más. Y perdonadme el mayestático plural, como siempre, hablo sólo desde mi propia experiencia de lector de tebeos.
Luego, con el paso del tiempo, uno fue madurando, llegaron otras historietas (perdón, comics, aunque aún no era necesario bautizarlas como "novela gráfica" porque a nadie le importaba un pepino si tenían categoría artística o sólo eran simples tebeos, que era lo que a nosotros nos gustaba), y acabé reconociendo que mis criterios anteriores eran un poco exageradamente radicales y algunas cosas que venían de América no eran tan ridículas como en principio me parecieron.
Recordando aquellos tiempos en los que tenía las cosas tan claras, cuando sabía muy bien lo que me gustaba y lo que no sin necesitar que nadie más preparado me dirigiera los gustos, he buscado alguno de aquellos ejemplares de Vértice, con las ilustraciones de portada de Enrich o de López Espí, con la intención de recordar a quienes los leyeron y descubrir a quienes se lo evitaron lo que había en aquellas pecadoras publicaciones que trajeron a los españolitos lo que se cocía en los primeros sesenta en la metrópoli y que desde entonces ha invadido el mundo del cómic mundial. Pienso que, ya que, a pesar de sus muchas carencias, aquel material de Vértice fue el alimento historietístico preferido por las generaciones posteriores a la mía, algo bueno debía de haber en ello. Para comprobarlo, presento en esta entrada una de aquellas... cosas: el número 6 de Los 4 Fantásticos. Seguro que a más de uno le trae hermosos recuerdos de un tiempo en el que, si no todo era mejor, al menos uno era mucho más joven.
He intentado encontrar alguna información sobre los autores de estos engendr... perdón, relatos, pero no doy con ellos, no dudo de que los buenos aficionados sabrán todo lo necesario sobre el tema.
[Espero que los amantes del cómic de superhéroes perdonen el negativo tono de esta entrada, es sólo una broma. Por si pudiera servirme de disculpa, he de confesar que con los años he aprendido a leer y disfrutar algunas de estas historias, incluso de aquellas primitivas, en ediciones algo más dignas, en las que el ejercicio de la lectura no era ya un castigo].
Curiosamente, en aquel formato de Vértice había disfrutado previamente con las aventuras del primitivo Spiderman (después Spider a secas), el malévolo personaje británico de las orejas puntiagudas, y con otras series, unas venidas de la pérfida Albión y otras producto de la misma Marvel, relatos fantásticos, misteriosos o terroríficos, pero los superhéroes... ¿Cómo iba a sentirse atraído por aquellos empijamados personajes dotados de poderes inimaginables y enfrentados repetidamente a monstruosos seres de ambición sideral que intentaban una y otra vez dominar todos los mundos quien había disfrutado con las surrealistas y encantadoras aventuras de Supermán, Batmán y Robín y sus compañeros de Novaro? Sí, para nosotros, en materia de superheroísmo (aunque ese concepto aún no había nacido), Novaro era el no va más. Y perdonadme el mayestático plural, como siempre, hablo sólo desde mi propia experiencia de lector de tebeos.
He intentado encontrar alguna información sobre los autores de estos engendr... perdón, relatos, pero no doy con ellos, no dudo de que los buenos aficionados sabrán todo lo necesario sobre el tema.
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