Literatura en imágenes
El último mohicano (II)
Fenimore Cooper visto por Brocal Remohí
Concluyen aquí las aventuras del valiente y fiel Uncas, el último de los mohicanos. He disfrutado otra vez con esta historia. La novela de Cooper fue una de mis primeras lecturas, y no la he vuelto a revisar desde aquellos lejanos tiempos, curiosamente, ya que soy un empedernido "relector"; puedo decir, en realidad, que actualmente la mayoría de mis lecturas son relecturas. Me hago el firme propósito de volver a leerla, y lo mismo me ocurre con otras del mismo calibre, como Robinson Crusoe o Gulliver.
Pese a tratarse de un tomo en cartoné, la digitalización de las páginas me ha resultado mucho más sencilla de lo que esperaba, porque la encuadernación clásica, con cuadernillos cosidos con hilo, permite abrir el libro perfectamente y mantenerlo abierto por cualquier página, a diferencia de lo que ocurre hoy día incluso con libros lujosos y de gran formato (y precio, claro), que al estar encuadernados con hojas sueltas encoladas a la americana dificultan incluso que la vista llegue al centro del medianil, lo que queda de manifiesto en las páginas dobles, imposibles de escanear con esas encuadernaciones (he tenido que desencuadernar más de un libro para obtener las páginas digitalizadas, y volver a encolarlos posteriormente, lo que a veces provoca desperfectos graves).
Una cosa curiosa de este libro es que carece de pliegos de guardas, haciendo las veces de tales la primera hoja del pliego inicial y la última del cuadernillo final, que se han encolado a las tapas. La foliación del volumen, sin embargo, sí ha tomado en cuenta esas páginas que desaparecen al unirse a la cubierta, con lo que el libro está foliado desde las páginas 2 y 3, que corresponden a las guardas anteriores, con una ilustración a doble página de Brocal, hasta las de folio 62 y 63, que son las guardas traseras y repiten la misma imagen. Se puede considerar, así, que la portada equivale a la página 1, y la contraportada, a la 64. Aunque no es la primera vez que veo este sistema, no deja de ser una chapuza de encuadernación para un libro, en lo demás, tan bonito y bien hecho.
Pese a tratarse de un tomo en cartoné, la digitalización de las páginas me ha resultado mucho más sencilla de lo que esperaba, porque la encuadernación clásica, con cuadernillos cosidos con hilo, permite abrir el libro perfectamente y mantenerlo abierto por cualquier página, a diferencia de lo que ocurre hoy día incluso con libros lujosos y de gran formato (y precio, claro), que al estar encuadernados con hojas sueltas encoladas a la americana dificultan incluso que la vista llegue al centro del medianil, lo que queda de manifiesto en las páginas dobles, imposibles de escanear con esas encuadernaciones (he tenido que desencuadernar más de un libro para obtener las páginas digitalizadas, y volver a encolarlos posteriormente, lo que a veces provoca desperfectos graves).
Una cosa curiosa de este libro es que carece de pliegos de guardas, haciendo las veces de tales la primera hoja del pliego inicial y la última del cuadernillo final, que se han encolado a las tapas. La foliación del volumen, sin embargo, sí ha tomado en cuenta esas páginas que desaparecen al unirse a la cubierta, con lo que el libro está foliado desde las páginas 2 y 3, que corresponden a las guardas anteriores, con una ilustración a doble página de Brocal, hasta las de folio 62 y 63, que son las guardas traseras y repiten la misma imagen. Se puede considerar, así, que la portada equivale a la página 1, y la contraportada, a la 64. Aunque no es la primera vez que veo este sistema, no deja de ser una chapuza de encuadernación para un libro, en lo demás, tan bonito y bien hecho.
Y nada más, después de este desahogo profesional, os dejo con la historia. Se trata de apreciar y disfrutar del trabajo de un artista destacado ilustrando una obra clásica de la literatura de aventuras.
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