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miércoles, 13 de septiembre de 2017

Una revista de aventuras de corta vida

Tigre, de Exclusivas Ferma

 
El final de la década de los años cincuenta fue quizá la época de mayor auge de los cuadernos y revistas de historietas de aventuras españoles, y a la vez fue su canto de cisne. La llegada de la televisión había supuesto un radical cambio en el disfrute del ocio de jóvenes y adultos, y su influencia fue un golpe, si no mortal, sí de gran importancia en la vida nacional. Los adolescentes redujeron drásticamente el tiempo que dedicaban a los juegos callejeros en las horas en las que Televisión Española emitía sus programas, al principio sólo al mediodía y al final de la tarde, y más adelante ampliando su horario hasta llegar a ocupar todas las horas del día, y luego incluso las de la noche.
Para la historieta la competencia fue brutal. Los personajes televisivos comenzaron a invadir los tebeos, se publicaron incluso colecciones dedicadas en exclusiva al mundo televisual, los héroes clásicos fueron perdiendo su importancia en su lucha contra el nuevo y avasallador medio. En medio de aquella invasión de lo televisivo, algunas editoriales siguieron intentando lanzar colecciones "como las de toda la vida", descubriendo pronto que aquello ya no tenía futuro. Pasó bastante tiempo hasta que nuevas aventuras volvieran a revitalizar la historieta: Gaceta Junior, Trinca, Strong, Gran Pulgarcito (y antes Bravo) fueron los primeros pasos de esta recuperación, que nunca consiguió devolver el esplendor pasado.
La editorial Ferma fue una de las que mantuvieron hasta los años sesenta su impulso editorial, lanzando en 1960 una revista de aventuras que, de haber llegado unos años antes, indudablemente debería haber logrado un mejor resultado, pero que nació ya sin fuerza.  
Tigre, la colección a la que me refiero, sólo publicó ocho números. Sus hermosas portadas estaban ilustradas con soberbios dibujos de Jorge Macabich, y su contenido, procedente en su mayoría de la agencia del dibujante, Bardon Art, incluía las firmas de Gin, Nadal, Raf... y se componía de relatos seriados, historietas, chistes y caricaturas, además de textos de intención instructiva y edificante, como era preceptivo en la época. Puedo destacar una historieta protagonizada por uno de aquellos bucaneros que Raf repitió durante toda su carrera: El Capitán Barbasucia, serie poco conocida de la que probablemente sólo dibujara ocho episodios. 
Éste fue el primer número de aquella colección. 












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