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jueves, 21 de septiembre de 2017

El cómic vivo I

Pero ¿hubo alguna vez once mil dibujantes…?


El cómic vivo
de Toutain y su cuadrilla (I)

Sigo recuperando trabajos que me costó más de lo que puedo explicar apañar en la difunta burbuja, cuando lo único que sabía de la informática es que había una pantalla (perdón, monitor), un teclado y un aparatito acertadamente bautizado como ratón, y que con esos elementos, más un enorme y estruendoso chisme conectado por múltiples cables, se podían hacer milagros. No sé si milagros, pero prodigios sí había conseguido, con imágenes minúsculas que se abrían al pulsar sobre ellas y revelaban páginas completas, con un texto en el que introducía viñetitas luchando denodadamente para que no se me descabalara todo, cosa que pasaba una y otra vez. Aquellos tiempos pasaron, no es que yo haya aprendido a hacer lo que entonces pretendía, sólo he aprendido a conformarme con lo que soy capaz de hacer, y el resultado son estas cositas que voy poniendo aquí con la esperanza de que otros chalados como yo las disfruten.
Comienza aquí la recuperación de las entradas que dediqué a aquella sección del magazine Ilustración + Comix Internacional en la que participaron los mejores dibujantes de aquellos años embarcados por Josep Toutain en la aventura. El brusco desenlace de mi blog me impidió entonces terminar de mostrar las cuarenta y ocho páginas que compusieron aquel juego gráfico, espero tener más suerte ahora y poder ponerlas todas. Empiezo hoy con la primera docena, un puñado de los mejores dibujantes españoles son los artífices. Como es de esperar, la parte gráfica destaca sobre el argumento y los ¿guiones? Como acostumbro, tras las páginas del cómic recupero los textos con los que las comenté in illo tempore.









Pues sí, todo era posible entonces, el cómic había llegado por fin a España, la caspa había caído de nuestras cabezas, la censura se acabó, la ira se había ido, y la libertad, qué duda cabía, reinaba por todo el país. Como muestra, nuestras carteleras y nuestros quioscos mostraban más carne que la plaza de abastos, y la crítica seria se había volcado en el antes despreciado mundo del tebeo (perdón, la narrativa gráfica), desvelando los ocultos valores que los pobres lectores nunca habíamos sospechado. Y entonces, como antes había pasado en el cine, llegó el cómic de arte y ensayo, que tuvimos que soport… perdón, admirar con delectación, y del que obtuvimos un enorme enriquecimiento humano y cultural, cuyos frutos todavía disfrutamos.
     Junto a este cómic culto, aquel tiempo venturoso nos trajo otras aventuras gráficas no menos gratas aunque quizá no tan positivas. Llegaron las reimpresiones de glorioso material en zarrapastr… lujosas reediciones, alguna de ellas de larga duración, fascículos encuadernables con hermosas tapas y lindos colores en lugar del triste blanco y negro original (no recuerdo si alguna de estas colecciones consiguió llegar al final proyectado, ya se sabe lo difícil que es sobrevivir en esta industria… Fueron años en los que algunos hasta eran capaces de leer tebeos de superhéroes yanquis en pijama, hay gente para todo.
     Los editores, en aquellos convulsos tiempos, se debatían entre el ineludible deber de mantener su negocio a flote y su íntimo deseo de ofrecer al lector alimento cultural de categoría. Algunos sucumbieron en esta lucha y limitaron su producción a meras publicaciones de entretenimiento sin mayores ambiciones, pero los auténticamente grandes no perdieron de vista el aspecto misionero de su labor y entregaron al aficionado colecciones apasionantes, obras de arte editorial, piezas que todavía hoy son recordadas como el grial de la historieta.
     Entre los verdaderos profetas de la edición de comics en España no podemos olvidar a Josep Toutain, columna básica de nuestra industria desde todos los frentes y figura central en los años que rodearon el final de la dictadura. Dibujante, editor, empresario, su visión artística, su capacidad de trabajo, su habilidad personal y su oportunidad para estar en el sitio justo en el momento adecuado le sirvieron para situarse durante unos años importantísimos en cabeza del movimiento editorial del tebeo en España, con fuertes conexiones en todo el mundo.
     Dos de sus empeños más destacados fueron la Enciclopedia de los Comics, una tarea ciclópea a la que dedicó sus esfuerzos más denodados, más allá de sus intereses puramente económicos, y la revista Ilustración + Comix Internacional, un intento de publicación culta de calidad mimado en sus detalles y mantenido durante más de cincuenta números por encima de todos los avatares.
     Toutain consiguió para esta revista la participación de todos los autores que en aquel momento eran alguien en la historieta. Aprovechando sus relaciones internacionales, además de todos los escritores y dibujantes españoles, logró colaboraciones de los mejores profesionales mundiales de aquellos años.
     Como escaparate en el que mostrar a sus figuras más destacadas, desde el primer número de Comix Internacional se presentó una doble página en la que se albergó un interesante experimento. En la página par albergó una serie de trabajos de varias figuras españolas, que desarrollaron un tema monográfico durante algunas semanas cada una. El primer inquilino fue Josep María Beà, y su insólita sección, Vea a Beà, ha pasado ya por el blog. Le siguió Manel Ferrer, con sus Maneladas, y por fin, Andrés (luego Andreu) Martín y Mariel se dedicaron a mostrar Todo lo que usted quería saber…
     La página impar fue el verdadero muestrario de los “poderes” de don Josep Toutain como dueño de una poderosa “cuadra” de artistas: los nombres de González, Maroto, Ortiz, Fernández, Bermejo, Sánchez, Sommer, Font, Usero, Giménez, Parras y Ribera son una buena muestra, y todos ellos están aquí hoy, pero es que siguen más, y en entregas posteriores veremos a Richard Corben, Jesús Blasco, Will Eisner…
     ¿Y qué es lo que hacían estas figuras en una revista “de culto”? Pues en el fondo, un juego, un juego que, según como se mire, no deja de ser un poco infantil: el jefe les dijo: “Ahí tenéis una página, ahora, uno por uno, la rellenáis. Empieza Pepe, que dibuja tías muy buenas, y que haga lo que quiera, y luego el que venga detrás, que siga con lo que le dé la gana, y a ver qué sale”. Y dicho y hecho, eso hicieron. Sin guión previo, sin consultas, sin contactos, sin nada más que una página en blanco y ganas de participar (cobrando, se supone). El resultado, naturalmente, no resulta una historieta satisfactoria (ni lo pretende), pero tiene aspectos curiosos, otros sorprendentes, hay un homenaje de Giménez a Gago con motivo del fallecimiento del maestro, y en todo caso, hay 48 planchas de otros tantos grandes dibujantes hechas sin el agobio de una entrega editorial, con lo que se supone un cierto sentido lúdico en ellos. Merece la pena disfrutarlas.
     Por ello, empecemos hoy con la primera docena. Habrá más, prometido.
    Curiosamente, sólo Antonio Parras dibujó su página a todo color. Había prometido ofrecer una entrada recordando su reciente deceso, y pienso hacerlo un poco más adelante, pero no está de más aprovechar esta coincidencia para dedicar un recuerdo a su memoria.
     Y hasta aquí la historia tal y como la han desarrollado estos doce maestros del lápiz y el pincel. Seguiremos atentos para ver en qué desembocan las incoherentes peripecias en manos de Beà y sus continuadores.
 [Publicado originalmente el 17 de junio de 2010 en La Burbuja de Alejandro]

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